
La participación de los hombres en tareas no remuneradas se duplicó en un poco más de una década, al pasar de 13.1 horas en 2009 a 28.5 horas en 2022.
Solo el 13.1% de los hombres eran considerados cuidadores principales del hogar en 2022, frente al 86.9% de las mujeres.

En 2022, los hombres en México dedicaron en promedio 11.5 horas semanales al cuidado infantil. ¿Cómo se compara con otros países?
🇨🇷 Costa Rica (2022): 7.2 horas
🇲🇽 México (2022): 11.5 horas
🇺🇸 Estados Unidos (2023): 17.3 horas
🇦🇷 Argentina (2021): 23.8 horas

Los papás que cuidan ya no son la excepción: en la última década, más hombres en México han comenzado a criar con afecto, asumir tareas del hogar y desafiar el rol tradicional de proveedor distante.
Los papás que cuidan están transformando la paternidad en México. Lejos de la figura tradicional del padre ausente o solo proveedor, hoy muchos hombres se involucran de forma activa en la crianza, el cuidado y la educación de sus hijas e hijos. Por generaciones, la figura paterna en México ha sido vista como secundaria en la educación y el desarrollo emocional de los hijos, mientras que el trabajo doméstico y el cuidado infantil recaían casi exclusivamente en las mujeres.
Pero cada vez son más los que, como Gildardo Reboceño Rincón, organizan su día a día en función de las necesidades de sus hijos, rompiendo con estereotipos arraigados y dando paso a nuevas formas de ser papá.
“Me levanto temprano, a las siete, despierto a mi primera hija, la peino y la llevo a la escuela. Regreso por la chiquita, la cambio, la visto, la peino y luego la llevo a la guardería. En la tarde, desde que llego del trabajo a las cuatro hasta las nueve o 10 de la noche, estoy con ellas, hacemos tarea, jugamos, doy de cenar y después las duermo, son como siete horas al día que dedico a mis hijas”.
En la última década, esa dinámica ha comenzado a transformarse. De acuerdo con la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC), en 2022 los hombres dedicaron en promedio 25.6 horas semanales al trabajo no remunerado, respecto a las mujeres quienes siguen siendo las cuidadoras principales con 37.9 horas semanales, lo que evidencia, que la brecha persiste.
Este cambio, aunque lento, refleja una evolución cultural y generacional. Los padres jóvenes comienzan a redefinir lo que significa ser un papá que cuida. Ya no solo como proveedor, sino como figura presente, afectiva y comprometida.
“Todo el mundo pensaría que estos cambios son a título individual, pero hay transformaciones sociales y culturales profundas detrás”, explica la doctora Alejandra Salguero Velazquez profesora titular de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en estudios de género y paternidad.
Durante gran parte del siglo XX, el rol tradicional del padre mexicano se definía por su capacidad para proveer económicamente al hogar. Un papá que cuida era la excepción. Las tareas de crianza, cuidado emocional y trabajo doméstico eran vistas como responsabilidad exclusivas de las mujeres. Sin embargo, en la última década este modelo ha comenzado a cambiar. Hoy aunque persisten desigualdades marcadas, cada vez más hombres con papás que cuidan.
Según la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT), en 2009 los hombres dedicaban sólo 10 horas promedio semanales al trabajo no remunerado, mientras que las mujeres llegaban a más del doble. Para 2022, esa cifra en los hombres fue de 25.6 horas, reflejando un cambio importante aunque todavía insuficiente.
Promedio de horas semanales dedicadas de los padres al cuidado de niños (0-14 años)
De forma específica, en el cuidado infantil, los hombres destinan en promedio 11.5 horas por semana, frente a las mujeres que dedicaron 38.7 horas al cuidado infantil. Aun así, las historias personales revelan que el cambio cultural está en marcha.
La transformación del rol masculino en los papás que cuidan
Culturalmente, la mayoría de hombres siguen enfrentando estigmas asociados al cuidado, considerado “cosa de mujeres”. Esta percepción social ha limitado la participación en tareas como la crianza, el acompañamiento escolar o el cuidado en caso de enfermedad. Sin embargo el panorama está cambiando.
Gildardo dice que su entorno ha reaccionado positivamente ante su participación activa en el hogar: “He recibido buenos comentarios, tanto de mi familia como de amigos. No cualquiera toma ese rol. En nuestro caso, mi esposa y yo jugamos con los roles. Yo hago lo que tradicionalmente hacía una mujer. Me gusta porque me involucro más en la vida de mis hijas, sé lo que necesitan, lo que les da miedo, y estoy ahí para ellas”.
Esto coincide con el análisis de la doctora Salguero, quien asegura que “cada vez hay más papás que cuidan a sus hijos. Esto implica un aprendizaje profundo y una redefinición de su masculinidad: se vuelven más tolerantes, negociadores, menos enfocados en el rol de proveedor y más involucrados emocionalmente”.
Además, destaca que “la paternidad se está transformando no solo en las grandes ciudades, también en zonas rurales donde, aunque perviven discursos tradicionales, hay culturas ancestrales que fomentan vínculos afectivos fuertes entre padre e hijos”.
Entidades con mayor y menor brecha de horas semanales dedicadas al cuidado de niños (0-14 años)
Pero más allá de las cifras existen historias que revelan los matices, los avances y los desafíos persistentes en torno a la figura del padre en el hogar. Una de esas historias es la de Antonio Reyes, abogado que, a pesar de sus jornadas laborales fuera de su ciudad, se esfuerza por dedicar tiempo de calidad a sus hijos y reflexionar sobre su papel como padre.
“Salimos a comer, a pasear… prácticamente con mis hijos sí ha habido una convivencia muy frecuente, cuando mi trabajo me lo permite realizó actividades de cuidado, les preparo de comer, los ayudo con la tarea, los llevo a la escuela”, comentó.
A pesar de los aumentos en las horas dedicadas al hogar y a los hijos, los hombres todavía asumen menos del 40 por ciento de la carga total de trabajo no remunerado. En 2019, por ejemplo, dedicaban en promedio 5.4 horas semanales específicamente al cuidado, mientras que las mujeres superan las 12.3 horas, según la ENUT. Además, aproximadamente el 40 por ciento de los hogares no contaban con una figura paterna presente, lo que añade otra capa de complejidad al análisis de la paternidad activa.
Horas semanales dedicadas al cuidado infantil por grupo de edad
“La mayoría de los hombres que hemos entrevistado afirman que no quieren repetir el modelo de un padre distante o autoritario. Para ellos, criar desde el afecto y la presencia es una forma de romper el ciclo de dolor emocional que vieron con sus propios padres”, explica la doctora.
Gildardo coincide: “Me acuerdo que de chiquito la convivencia con mis papás era muy escasa, prácticamente se la pasaban trabajando. Ese espejo no lo quiero repetir conmigo, por eso ahora me doy el espacio para trabajar, descansar y poder dedicarle el tiempo a mis hijas”.
A pesar de los avances en la participación de los hombres en el hogar, muchos todavía enfrentan resistencia culturales.Frases como “eso es cosa de mujeres” limitan la disposición de muchos padres a participar activamente o incluso hablar abiertamente sobre su rol dentro del hogar.
“Aún hay hombres que no quieren asumir roles como lavar los trastes, la ropa o cuidar a los hijos. Si no cambiamos eso desde la educación en casa, se va a seguir repitiendo el mismo patrón generación tras generación”, reflexiona Gildardo.
Héctor Os, padre soltero, coincide con querer cambiar el rol que tuvo con su propio padre, a quien apenas veía debido a sus compromisos laborales. Por ello, a pesar de su trabajo, se esfuerza por estar presente en la vida de su hija: la acompaña en sus tareas escolares, se interesa por su bienestar emocional, le prepara sus alimentos y participa activamente en los días que le corresponde cuidarla.
Pero para avanzar a una verdadera corresponsabilidad parental, también es necesario revisar el marco legal que regula las relaciones entre padres e hijos.
Cuando la ley no acompaña el cambio cultural
Las barreras culturales son reforzadas por el entorno laboral que tampoco facilita el cambio. Las políticas laborales en México, aunque han tenido algunos avances, aún son restrictivas en lo que respecta a la corresponsabilidad familiar.
Por ejemplo, la Ley Federal del Trabajo reconoce desde 2012 el derecho de los hombres a una licencia de paternidad, pero esta es de apenas cinco días. Aunque existen iniciativas legislativas para ampliarla (algunas propuestas llegan hasta 20 días), aún no se han concretado.
La desigualdad es evidente al compararla con las 12 semanas otorgadas a las mujeres por licencia de maternidad, lo cual refuerza los roles tradicionales y limita la corresponsabilidad.
“México es de los países con menos días de licencia de paternidad. Y todavía se condiciona, como en la Ciudad de México, donde solo se permite estar presente en el parto si la madre lo solicita”, señala Salguero. “Además, el acceso a guarderías para los padres y permisos laborales sigue siendo limitado o depende de la voluntad de las empresas”.
Esta falta de paridad no sólo refleja una desigualmente legal, sino que también refuerza la idea de que el cuidado en los primeros meses de vida debe recaer exclusivamente en la madre, relegando al padre a un papel secundario.
Este desfase entre la legislación y la realidad cotidiana de miles de padres refleja una falta de compromiso institucional con la corresponsabilidad. Mientras tanto, la transformación cultural avanza por su cuenta.
El código Civil Federal establece que la patria potestad (los derechos y obligaciones sobre los hijos menores) debe ejercerse en principio por ambos progenitores. Sin embargo, en la práctica, tras una separación o divorcio la guarda y custodia suele otorgarse a las madres, lo que refuerza la idea de que ellas son las principales responsables del cuidado diario.
Según datos oficiales, en el censo de 2020 había alrededor de 35.2 millones de madres en México, de las cuales aproximadamente el 31 por ciento vivía sin pareja (ya fuera por soltería, separación, viudez o divorcio). En 2022, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estimó que un 11 por ciento de esas madres eran solteras, otro 7 por ciento se identificaba como separada y un 3 por ciento como divorciadas.
Esto refleja un aumento de madres solteras en México de 12 por ciento en 2009 a 21 por ciento en 2022, evidencia que cada vez más hombres están ausentes en la crianza de sus hijos. Es decir, no son papás que cuidan.
Cada vez hay más papás que cuidan: datos que revelan el cambio
El involucramiento masculino en las tareas de crianza y del hogar ha aumentado en los últimos años, aunque las estadísticas muestran que la carga sigue recayendo mayormente en las mujeres.
Según datos de la ENUT, en 2009 los hombres dedicaban sólo entre 10 horas semanales promedio al trabajo no remunerado, frente a las 40.4 horas de las mujeres, para 2014, esa brecha apenas se redujo, los hombres aportan 12.4 horas. El avance más notorio se dio entre 2019 y 2022 (los datos para este año provienen de la ENASIC), cuando el tiempo dedicado por los hombres subió de 15.2 a 25.6 horas, acercándose por primera vez a los niveles femeninos, quienes aún lideran con 37.9 horas.
No obstante, en el cuidado directo de los hijos se percibe una lenta transformación, en 2009 los padres sólo destinaban 3.6 horas semanales, mientras que las madres triplicaban ese tiempo. En 2014 y 2019, la cifra masculina creció moderadamente (5.2 y 5.4 horas), pero en fue hasta 2022 cuando se registró un salto importante: los hombres dedicaron 11.5 horas exclusivamente al cuidado infantil.
Las tareas realizadas también muestran patrones marcados por el género, las mujeres siguen a cargo de actividades rutinarias como cocinar (81.1 por ciento frente a 18.9 por ciento en hombres), limpieza del hogar (68.9 por ciento frente a 31.1 por ciento) y cuidado de ropa (78.1 por ciento frente a 21.9 por ciento), según datos de 2022. Aunque los hombres participan más en apoyo emocional y compañía, su involucramiento aún es limitado en las tareas físicas del hogar.
Tiempo dedicado a actividades del hogar por entidad y sexo
Las diferencias también varían según la entidad federativa. Estados como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Veracruz y Puebla presentaban las mayores desigualdades en 2009, y aunque la brecha ha disminuido en algunas zonas, persiste en otras como Zacatecas, San Luis Potosí o Tlaxcala en 2022.
Horas semanales dedicadas al cuidado según entidad y sexo
Además, cuando se compara a México con otros países, la brecha de género en el trabajo no remunerado sigue siendo más pronunciada. Por ejemplo, en Estados Unidos, los hombres dedican un promedio de 2.47 horas diarias al cuidado infantil (aproximadamente 17.3 horas semanales), en Argentina, alrededor de 2.38 horas diarias al trabajo doméstico en 2022 y en España en 2015 los hombres dedicaron 14.0 horas al trabajo no remunerado. En contraste, en México, aunque los hombres alcanzaron 28.8 horas semanales en 2022, solo 11.5 se dedican al cuidado de los hijos; el resto incluye otras formas de apoyo en el hogar.
En Costa Rica, los hombres destinan unas 7.19 horas semanales al cuidado de menores, muy por debajo de las cifras mexicanas más recientes, pero aun superior a las registradas en nuestro país hace apenas una década (3.6 horas semanales).
Sobre estas diferencias, la doctora Salguero explicó que, específicamente en el caso de Estados Unidos, existe una concepción distinta del ejercicio de la paternidad: “Allá, la paternidad pareciera tener una fecha de caducidad; se considera que llega hasta que los hijos entran a la preparatoria. Esto puede generar que los padres intenten aprovechar más el tiempo antes de ese momento. Además, allá hay una fuerte idea de autosuficiencia infantil que, aunque incrementa las horas de cuidado, no siempre implica una convivencia de calidad. Pueden estar en la misma casa, pero el padre viendo televisión o en el celular. Por eso, más que horas, debemos pensar en el tipo de vínculo que se establece.”
Además, la ausencia paterna en los hogares es otro factor determinante, en 2009, el 41 por ciento de los hogares no contaban con una figura paterna; en 2014, el 17.1 por ciento de los hogares eran monoparentales, de los cuales el 85 por ciento estaban conformados por mujeres. Mientras que en 2018, el 12.2 por ciento de los menores vivía solo con su madre.
Si bien, entre el 2009 al 2022 se han registrado avances en la participación de los hombres en tareas de cuidado y trabajo doméstico, los datos muestran que aún existe una profunda brecha de género. La transformación no solo exige cambios culturales,sino también reformas estructurales que reconozcan y redistribuyan el tiempo y la carga de cuidados en todos los niveles de la sociedad.
Antonio también señala la ausencia de este respaldo: “No hemos tratado de buscar apoyo, lo que hemos realizado ha sido de acuerdo a lo que nosotros pensamos y creemos que es lo correcto”, dice. Reconoce que tal vez han hecho falta talleres o acompañamientos que orienten sobre la convivencia familiar y la paternidad responsable.
Salguero enfatiza que para avanzar hacia tener más papás que cuidan y una corresponsabilidad verdadera, es urgente intervenir desde la educación: “Desde el preescolar se deben enseñar nuevas formas de ser hombre. No podemos esperar a que lleguen a la vida adulta con modelos de masculinidad que solo valoran la dureza y autoridad”.
Además, sugiere crear más espacios institucionales como talleres, terapias y grupos de reflexión: “Ya existen algunos, como los centros comunitarios en la Ciudad de México donde los hombres van a lavar ropa y también reciben atención psicológica gratuita”. Por último, advierte sobre la importancia de pensar en políticas públicas integrales: “Hay que legislar con perspectiva de igualdad de género.”
En los últimos años, México ha registrado avances importantes en la participación de los hombres en el trabajo doméstico y de cuidados. Las horas que dedican a estas labores han aumentado gradualmente, especialmente entre 2019 y 2022, y se ha comenzado a reconocer social y legalmente el rol que pueden y deben desempeñar como cuidadores activos.
Las cifras muestran un cambio: papás que cuidan como Gildardo, Antonio y Héctor están reescribiendo lo que significa ser padre en México. Sus historias revelan un giro profundo en la forma en que muchos hombres hoy entienden su papel dentro del hogar: no solo como proveedores, sino como cuidadores presentes, afectivos y corresponsables.
Estos padres no solo participan: cuestionan los modelos heredados, buscan nuevas formas de estar presentes y romper con esa idea de lo que era la presencia de un padre, construyendo vínculos afectivos más sólidos con sus hijos.
Para que estos cambios no se queden solo en esfuerzos individuales, es necesario que existan condiciones estructurales que sostengan a los papás que cuidan: licencias de paternidad dignas, acceso equitativo a servicios de cuidado, educación con perspectiva de género y políticas públicas que reconozcan a los padres como cuidadores, no como figuras secundarias.
Más que un cambio de roles, se trata de un cambio de conciencia. Y aunque el camino es largo, los papás que cuidan ya están trazando una ruta distinta para las próximas generaciones.
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