¿Cómo es ser mujer futbolista en México?

Jugadoras y ex jugadoras de la Liga MX Femenil comparten los retos a los que se han enfrentado para jugar fútbol de manera profesional.

¿Cómo es ser mujer futbolista en México?

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Jugadoras y ex jugadoras de la Liga MX Femenil comparten los retos a los que se han enfrentado para jugar fútbol de manera profesional.

Esta nota es parte del reportaje “Un hombre gana en 8 horas el sueldo mensual de una mujer futbolista en México

¿Cómo es ser mujer futbolista en México? Algunas jugadoras tienen otro trabajo para cubrir sus gastos y a otras, su familia les sigue ayudando a pagar su comida, transporte y renta. Todas coinciden en que, por lo general, es imposible vivir del fútbol en este país si eres mujer.

Las condiciones laborales y los bajos sueldos de las jugadoras ponen al descubierto que la brecha salarial aún existe en este deporte: una mujer futbolista tardaría 89 años en percibir lo que un hombre gana en un año. Pero, ¿cómo les afecta esto a ellas?

Serendipia habló con jugadoras activas y ex jugadoras de la Liga MX Femenil. Estas son sus historias. 

NOTA: Los nombres de todas las jugadoras han sido cambiados y otros detalles que las puedan hacer identificables han sido omitidos para proteger su privacidad.

Victoria

ex jugadora de la Liga MX Femenil

“Jugar fútbol profesionalmente era uno de mis sueños. Cuando era niña no sabía si iba a ser posible o no, ya que no veía una liga profesional en el país y conforme fui creciendo empecé a jugar en la selección. Cuando empezó la liga MX Femenil (en 2017) sentía un poco de escepticismo, porque no se veía venir, no pensamos que fuera a durar mucho.

Unas amigas me convencieron de ir a visorías (eventos en los que las jugadoras pueden ser observadas por personas reclutadoras de clubes profesionales) y los representantes de un equipo profesional me eligieron.

Cuando empezó la Copa nos empezaron a pagar, pero era muy poco: dos mil 800 pesos al mes. No teníamos contrato ni prestaciones, así que pensé jugar en lo que terminaba mi carrera y si no podía vivir del fútbol, al menos tenía una licenciatura.

El primer año (2017) hubo un tope salarial que años después sancionó la COFECE. Nos decían (los directivos del equipo) que no se podía pagar más de eso; el contrato era por 6 meses, ni siquiera era anual. En teoría las mujeres no ganaban más de 3 mil pesos mensuales, nosotras ganábamos 2 mil 800 pesos, otras 2 mil 500 y otras 3 mil pesos al mes. 

Al mismo tiempo de jugar fútbol, estaba estudiando. Recuerdo que tenía clases en la mañana y me iba a entrenar; los martes me saltaba una clase. Después, en el segundo semestre, tomaba clases en la tarde. Era levantarme temprano, desayunar, irme a clases, entrenar de 1 a 4, y salir a las 10 de la noche. Tuve que meter verano para hacer pretemporada, iba temprano a entrenar y después iba a clase. Después de ese semestre me titulé, entonces en enero entrenaba en la tarde, en lo que hacía mi trabajo de titulación, acabé en mayo e intenté tomar un curso pero se canceló y solamente entrenaba, pero me lesioné. Cuando me lastimé estaba más de 4 horas en el club, es más pesado. 

Ingresé a otro club, y a la par estaba trabajando en otra cosa para tener mejores ingresos económicos. Trabajaba en una empresa de manera remota; jugaba los lunes, los martes era nuestro día libre en el club, así que viajaba a Ciudad de México para trabajar de 9 a 6 pm. Regresaba (al club, en otra entidad) el mismo martes en la tarde, o miércoles muy temprano para llegar a entrenar a las 8 de la mañana. Así fue durante un año, era muy pesado.

Era cansado cuando regresaba al club a las 6:00 am por el tráfico, era terrible, eran días pesados, y usualmente llegaba muerta. De todas formas me gustaba trabajar en otra cosa, porque mentalmente yo me sentía más sana cuando trabajaba o hacía otra cosa que cuando jugaba. Porque el entorno futbolístico es bastante tóxico y muy cerrado, porque estás con la misma gente, y hay mucha presión si los resultados no se dan. La verdad yo creía que era más sano cuando hacía alguna cosa que me podía sacar del fútbol a cuando sólo jugaba. 

Después de la pandemia era más difícil conseguir otro trabajo. Al principio sólo entrenaba en la mañana, pero después también en la tarde, y viajaba más. Conforme fue creciendo la liga fue creciendo el tiempo de demanda y no tenía tiempo para otra cosa. 

El tope salarial subió y me consta que fue así porque en el equipo donde estaba jugando me subieron a 15 mil pesos mensuales, a mí y 6 jugadoras más, y de ahí para abajo, había gente que ganaba 7 mil, 5 mil y las menores de edad seguían ganando 2 mil 800 mensuales. El club jamás habló del tope salarial, muchas chicas no tenían idea que existía. A mí sí me tocó que en un equipo decían que no me podían ofrecer más porque había un tope, me lo dijeron porque pregunté, pero si no lo hubiera hecho no hubieran dicho nada. Después de la sanción que puso la Cofece a los equipos por imponer un tope salarial, nadie tocó ese tema, entre que las chicas no sabían mucho, dentro del club nadie dijo nada, no se disculparon. Si está bien que les pusieron la sanción pero que lástima que no se retribuyó nada a las jugadoras que fueron afectadas con el tope salarial. 

Actualmente hay jugadoras que a lo mucho aspiran a 12 mil pesos mensuales, las menores han de ganar 4 mil, y si son menores y no quieren correr el riesgo de que las consideren profesionales para después irse a la liga colegial de Estados Unidos, entonces en teoría no deben ganar dinero, deben tener un convenio. En el último año que dejaron que los clubes contrataran extranjeras, ellas llegaban ganando más que cualquier jugadora mexicana. 

Con Katy Martínez y Stephany Mayor (jugadoras mexicanas) hubo un crecimiento, pero sólo le subieron el sueldo a 2 jugadoras, y el resto seguía ganando muy poquito. Y ahora fue el fichaje de Jenni Hermoso, ella ganaba aproximadamente 2 millones de pesos al año en el Barcelona y no se pudo venir por menos dinero a México. En un mismo vestidor tienes a una española que puede estar ganando 4 millones al año, se traduce como a más de 100 mil pesos al mes y tienes a otra que está ganando 5 mil pesos mensuales o una menor que no está ganando nada. 

Pero Jenni Hermoso es mejor en el palmarés que otros jugadores mejor pagados de la Liga MX, jugó en el Barcelona, quedó campeona en un triplete, campeona de Champions, nominada a un balón de oro, máxima goleadora en España. Si entre ellos la diferencia es brutal, con las demás jugadoras es grosero, porque el salario no es ni el 3 por ciento de lo que ganan los hombres. 

Los chavos en una sub 20, cuando lo hacen bien y los empiezan a llamar a un primer equipo, comienzan a ganar suficiente para ser el ingreso principal de su familia, les es más fácil llevar una vida de familia porque son el sustento económico. Con las mujeres eso no se puede, algunas ganan tan poco que se obligan a vivir en casa club, porque hay precariedad y no pueden hacer mucho. Van, entrenan, están en casa club y ya. 

El tener poco poder adquisitivo da poca posibilidad de gasto, ni siquiera salimos o hacemos mucho, tampoco nos podemos pagar una carrera. Y a nivel personal no podemos estar en una relación, porque qué chavo va a querer estar con alguien como nosotras, que cada semestre no sabemos en qué equipo vamos a estar, que ganamos poco y tenemos un estilo de vida donde vivimos para jugar, entrenar, viajar. La vida se vuelve comer, entrenar, jugar, trabajar en otra cosa y dormir. La diferencia en salario te cambia la vida de manera radical. 

En otros países las chicas sí estudian, es una cosa que va a dejar de pasar en México, con los equipos sub 18 femeniles, seguramente. Entonces en poco tiempo habrá chicas muy jóvenes entrando a la Liga MX Femenil, pero no van a tener carreras tan largas. Por ejemplo, en Estados Unidos les toma más tiempo, porque van a la universidad para participar en el fútbol colegial, de los 18 a los 22 años de edad, y están obligadas a estudiar además de jugar, y es hasta los 22 que se dedican a jugar, pero al menos si tienen una carrera. 

Hay personas de la Liga que dirán que sí se puede vivir únicamente del fútbol, pero México es un país desigual, y con salarios muy precarios. Por ejemplo un salario de 15 mil pesos para un recién egresado millenial es muy bueno, y dije si estoy ganando eso estoy bien, pero la realidad es que no, porque a diferencia de un trabajo millennial, en el fútbol no se puede vivir muchos años de eso, además con una lesión dejamos de jugar, igual y no se sale de la lesión nunca. Mucha de las bajas en los clubes es de mujeres que se han lesionado y han sido muy mal rehabilitadas. En el caso de los hombres que también se pueden lesionar, ellos tienen un colchón económico, pero nosotras no lo tenemos. 

Además, si no queremos vivir en casa club tenemos que pagar renta. Si vivimos del fútbol, se vive de forma muy limitada, por un tiempo de vida muy corto, y no se puede hacer carrera de vida en otra cosa. La casa club es una prestación que muchas jugadoras toman, pero realmente una casa club se usa más para los hombres que están en una sub, porque cuando son profesionales no la necesitan. 

En teoría tenemos seguro y nos rehabilitan en el club, pero al final depende de los horarios del primer equipo varonil, no siempre nos rehabilitan en el mismo lugar del equipo varonil, hay pocos fisioterapeutras y nos pueden decir que vayamos la semana que viene. El club debería fomentar también el desarrollo académico, deberían de enseñar inglés, por si llegan a fichar fuera en una universidad o un equipo extranjero. La prestaciones que tienen las deberían dar mejor, como la nutrición, psicólogos, tener más fisioterapeutas, que den condiciones como al primer equipo varonil se las dan. 

Muy poca gente habla públicamente de estos temas, yo lo hacía en redes y al final (el club) nos empieza a tachar de conflictivas. Alguna vez el club, a través de la jefa de prensa, me regañó, aunque no había dicho ninguna mentira. A raíz de eso no me dejaban hablar con los medios. Incluso hay contratos que estipulan que no puedes dar ninguna entrevista sin pasar por prensa o por su aprobación. Me fueron sentando y congelando, y acabé saliendo del sistema por defender estos temas. Simplemente defender tiene un costo, por eso mucha gente no lo hace públicamente, yo lo hacía porque sabía que podía dejar de jugar en cualquier momento, al final tengo una carrera, no se acaba la vida, pero para la mayoría no pasa. O la prensa te empieza a tachar de cosas. 

Mi contrato acababa a finales de año, pero me dijeron que no entraba en planes, aunque en teoría su contrato tiene causales de despido, y dijeron que me convenía porque me podía ir a otro equipo. Pero no me dieron finiquito, es como si yo renunciara, pero ellos me estaban despidiendo, y sin ninguna causal según su contrato. Al final lo vi con abogados porque me quedaban a deber seis meses, y los abogados me dijeron “como eres mujer no ganas tanto realmente, te va a salir más caro el pleito legal que lo que te deben”, al final es arbitrario el tema de los despidos. En un equipo donde jugué hubo chicas que hicieron toda la pretemporada, y dos días antes de que se cerrara el periodo de fichajes les dijeron que no iban a entrar en planes y las despidieron y no pudieron entrar a otro equipo. Ahora ya avisan antes, pero pasa lo mismo, aunque tengamos contrato nos dicen que no entramos en planes. 

Para cambiar el fútbol femenil en México necesitamos unir voces, hablarlo como acción colectiva, no de forma individual. Si las jugadoras tienen tanto miedo de hablar indica que algo está pasando”.

María

jugadora activa de la Liga MX Femenil

“Cuando era niña y veía los juegos de los hombres pensaba que sería muy padre que hubiera lo mismo para nosotras. También pensaba que no pasaría, que eso sólo ocurre en Estados Unidos o en otros lados, pero no se me quitaba el sueño de fútbol profesional para nosotras en México. Pero gracias a Dios se dio y ya hay un espacio para que las chavas podamos cumplir nuestro sueño. 

Pensé muchas cosas cuando empezó la Liga, creía que a lo mejor era una prueba piloto, a lo mejor no iba a funcionar y que tal vez no sería lo que los directores esperaban, y la quitaban por no llenar las expectativas. Obviamente yo quise hacer visorias desde el principio, desde que empezó la liga, pero mi papá y yo pensamos que era incierto y que se podía cancelar, y muchas chicas o yo podíamos haber dejado los estudios y nos quedaríamos sin escuela y sin liga. Decidí no hacer visorias en 2017, cuando empezó la liga. 

Cuando mi papá me dijo que no entrara a la primera división, que terminara mis estudios, me puse triste, porque era un sueño. Yo con mi inmadurez lo quería, pero al terminar mis estudios y en todo mi proceso universitario yo no quitaba el dedo del renglón de poder entrar a un equipo. Al finalizar la universidad me sentía bien mentalmente y físicamente y quería quitarme la espinita de qué se siente pisar una liga profesional en mi país, en mi estado. Decidí intentarlo, con miedo, pero muchas personas me dijeron que no perdía nada al intentarlo. 

Intenté en casi todos los equipos, no perdía nada si preguntaba, pero en mi ciudad me dijeron que fuera a visorias, cuando faltaba poco para que se acabara el torneo. Me dijeron que ya estaban cubiertas sus bajas, pero que podíamos hacer una pretemporada larga (6 meses) y veían si en el siguiente torneo nos consideraban. Dudé pero acepté, por amor al arte, sin estar registrada (sin sueldo), porque quería debutar en primera, ese es mi sueño y a eso me aferré. 

Después de ese tiempo me registraron. Desconocía cuáles eran las condiciones en las que me debía fijar para firmar el contrato. El contrato decía las cosas que debo hacer y las que no, para cuidar la imagen del equipo. Todavía el sueldo sigue siendo bajo (5 mil pesos mensuales) el equipo tiene poco presupuesto, le faltan muchas cosas para que el trato sea profesional, y no es que pida muchas cosas. 

Las condiciones son preocupantes, no nos dan terapias en una camilla, las dan en unas gradas y ahí las fisioterapeutas se deben acomodar. Las chicas foráneas no gozan de casa club, su sueldo no es para ellas, pagan renta. Yo tengo un sueldo bajo, pero lo acepto con tal de jugar, dicen mis familiares que por algo se empieza, pero a lo mejor en las siguientes temporadas aumentan el sueldo, pero me fijo más en la satisfacción de entrar al equipo. Una ventaja es que vivo con mis papás, no batallo en renta, comidas ni servicios. 

Pero, entre las jugadoras dicen que las chavas mexico-americanas  ganan el triple que yo, no sé si es una política que deben ganar el doble que una mexicana, aunque no hayan sido jugadoras activas, me sorprende. El salario lo debería delimitar el nivel futbolístico de cada jugadora o el tiempo que llevamos en el equipo, como cualquier otro trabajo. Hay equipos que traen extranjeras de ligas, a lo mejor vienen de un equipo de Estados Unidos; ahí si es correcto, tienen razón en pagarles más, porque nadie se cambia de trabajo a uno que pague menos. 

Diariamente me despierto temprano, me hago un desayuno ligero, me cambio, pongo mis cosas, y me voy al entrenamiento. Con el fútbol no me alcanza. Tengo que hacer otras cosas, tengo un emprendimiento y con eso obtengo un ingreso extra. Hay días donde me siento muy cansada y no quiero atender mi negocio, pero lo hago porque es algo que me ayuda a llegar a fin de mes. Tengo gastos como pagar mi teléfono, mi plan, gastos de la semana, cooperar para servicios en mi casa, alguna salida. El sueldo que me dan en el club no me solventa totalmente. 

No se puede vivir del fútbol en México, desconozco el sueldo mínimo y el máximo de cada club, pero es difícil. Las que sí pueden vivir del fútbol están en equipos como Tigres, Rayadas y América. En el equipo donde estoy no nos dijeron el sueldo mínimo, pero el director deportivo nos dijo que eso era lo que nos podía ofrecer (5 mil pesos), porque hay poco presupuesto en el equipo, “ustedes saben si lo toman o lo dejan”. Si quiero jugar es algo que tengo que aceptar para cumplir mi sueño. 

Una extranjera gana entre 12 y 15 mil pesos al mes, y yo gano 5 mil pesos mensuales. Hay un sueldo menor de las sub 18 que juegan en el primer equipo, que están registradas en primera división pero sus papás firmaron un convenio, ganan menos que nosotras. 

Igual me gustaría tener más ropa de entrenamiento, nos dieron dos juegos de ropa de entrenamiento con 7 prendas para el torneo, y no tengo problema en lavar mi uniforme, peo quisiera que sea equitativo, que sea parejo con la Liga varonil. 

Los traslados son igual de complicados, a veces nos vamos el mismo día cuando son viajes de 3 horas, y yo me sorprendí mucho, jugamos y nos regresamos el mismo día. Una vez hicimos un viaje de 12 horas en autobús, es pesado, pero una ya se acostumbró a que sea en camión, decimos bueno, es lo que hay. Es triste porque no ven por nosotras, ni por nuestra comodidad. Yo tengo ganas de hablar, de que nos juntemos todas las jugadoras y digamos que es pesado, que viajemos esas distancias en avión, pero es algo que no va a funcionar, aunque ganas no nos faltan, el equipo está lejos de ofrecer este tipo de comodidades. 

Nadie ha intentado hablar de este tema, lo ven más porque ya nos están dando la oportunidad de jugar, si reclamamos nos vamos a ver mal, a ver muy encajosas, así lo ven. Hay dos formas de verlo, como que nos dan mucho, y también por el lado de que falta mucho, porque si es un equipo profesional tienes que ver eso y más, precisamente para la comodidad de las jugadoras. Cada quien tendrá su postura, pero le faltan muchas cosas al equipo, hay chicas que vienen de otros equipos de la liga pero saben a que se atienden llegando a este equipo. 

Nadie se atreve a platicar con los directivos, desconozco las razones, sería tener una plática pacífica y pedir, no el presupuesto, pero si comodidades para un mejor rendimiento. No lo hago por miedo a que directivos, cuerpo técnico o preparadores se enteren y me hagan a un lado o me dejen de convocar, me juego muchas cosas. Puede que los directivos hagan caso omiso o que me dejen en la banca o que me corran. Siento que lo ven como algo de una persona problemática. Si por cosas internas del equipo llegan a separar a las jugadoras y las hacen a un lado, pues por cosas más grandes da miedo, no me quiero jugar el puesto en el equipo. 

En comparación, los jugadores de primera división (del mismo club) ganan millones de dólares, son cantidades abismales, no tenemos convivencia de cerca con ellos pero a veces los encontramos en el estadio o en ciertas sesiones de fotos. Pero tan solo con las fotos que suben a redes sociales vemos su estilo de vida económico, son cosas que a nosotras nos faltan mucho para poder tener lo mismo. 

Pero al final es muy difícil que las directivas escuchen o vean los problemas que tiene la liga femenil, de lo que carece. Para algunos clubes de México importa más el equipo de primera división, en el siguiente escalón está la sub 20, después la sub 15, y no sé cuántas subs hay, y al final el equipo femenil, para el equipo donde estoy así es. Nos ven como fuerzas básicas. No nos toman en serio, ni siquiera cuando ganamos, es más, yo no conozco al presidente del club, desconozco a las personas que están arriba. 

Les diría (a los directivos) que crean en nosotras, en los partidos donde casi se llena el estadio, son puntos que deben de hacer caso. Las directivas deben ver que está creciendo la liga, en nivel y en apoyo de la afición, la gente es fiel al equipo, esas personas que creen en nosotras nos hacen sentir bien para que sigamos creciendo. El cambio está en cada equipo, no sé qué ideales tengan los directivos, pero crean en nosotras las mujeres, en que esto va a llegar lejos, y que nos den la confianza, que den más presupuesto, a lo mejor eso falta para llegar más lejos en la tabla. 

El probar ideas, el apostarle un poquito cada torneo, el aumentar un poco el apoyo, para que nos motivemos a seguir ahí. Hay equipos que al principio de la liga no tenían el nivel que tienen ahora, eso habla bien de que las jugadoras han crecido y no quitamos el dedo del renglón para cumplir nuestro sueño”.

Sofía

ex jugadora de la Liga MX Femenil

“Jugar fútbol era algo que siempre había querido. Empecé a jugar a los siete años con niños, ya después entré de manera amateur y ahí nació mi pasión por el fútbol y por patear un balón. Fue mi sueño. Cuando supe que iba a estar la liga MX Femenil profesional me propuse estar ahí y así fue. Muchas de las jugadoras que ahora están en la liga ya están disfrutando lo que nosotras pudimos construir. 

Yo jugaba en un club amateur, en ese equipo conocí al preparador físico de un equipo de la Liga MX Femenil y me invitó a hacer visorias para delantera. Dije que sí, me veían muchas cualidades en el ataque. Fueron visorias cerradas; pasó una semana y me dijeron que sí había quedado. Era algo que yo quería y fue un gran reto que me propuse y pude lograrlo. 

Estaba ganando mil 500 pesos a la quincena, se compensaba con otras cosas como la preparatoria y alimentos, pero económicamente no era lo que yo esperaba. Al final creo que no iba por el dinero, era por el sueño que quería lograr. Era complicado, entraba a la prepa a las 7 u 8 de la mañana, después tenía el entrenamiento a las 10 de la mañana, y después era la hora de la comida a las 2:30 pm. Posteriormente teníamos doble sesión a las 4:30 o 5 de la tarde, esa era la rutina de todos los días. Era escuela, fútbol y descansar, no socializamos con nadie porque estábamos todo el tiempo en las instalaciones. 

Después mejoró lo mínimo, no fue mucho. Sin embargo cambié de equipo, y ahí fue más complicado porque no daban casa club; las rentas no son nada económicas, es caro, no me quedaba libre el sueldo que me daban, me acuerdo que las rentas eran de 3 mil 500 pesos, no me quedaba tanto para salir, solo era para vivir al día hasta mis últimos momentos en el equipo. No me daba para ahorrar o para poner un negocio, para construir un hogar. En esos clubes no se daba alimentación, estudios, ni buenos sueldos. 

Me enteré de la sanción que le puso la Cofece a los equipos de la Liga MX por imponer un tope salarial, y después de eso ya lo mínimo que podíamos ganar eran 8 mil pesos al mes. Me acuerdo que antes estaba ganando 6 mil pesos y me dijeron que debía pasar a firmar mi nuevo contrato porque me iban a subir el sueldo a 8 mil pesos, yo creo que por la multa. El sueldo estándar era de 8 mil pesos mensuales, era lo que la mayoría ganábamos, otras ganaban máximo 15 mil pesos. 

Me dediqué al fútbol, no podía trabajar aunque no me fuera bien en lo económico, tenía la escuela, no tenía tiempo para otra cosa. Apenas acabé la carrera, no me pude dedicar a un trabajo porque no estaría al 100 en el fútbol, porque los equipos exigen alto rendimiento, era mejor enfocarte en lo que estaba.

Mis papás me apoyaron demasiado en eso, me decían “nosotros pensamos que del fútbol ibas a vivir y te estamos dando (dinero), en lugar de que te esté generando, te está quitando”. No les convencía, pero me apoyaban porque era lo que yo quería. Me daban para las rentas, los autobuses cuando iba a visitarlos, si les pedía dinero para comida me lo daban, siempre me apoyaron. 

Las condiciones eran difíciles. En un club pasó que si nos pedían radiografías teníamos que pagar de nuestro dinero. Teníamos un seguro de vida por gastos mayores y se me hacía injusto que nos cobraran eso, cuando el club tenía que hacerse cargo. En días de partidos se nos cobraba a nosotras por alguna colación, ya sea por un plátano o cosas así. También en los partidos no se nos daba comida, aunque el club tenía que cuidar lo que debíamos comer antes del partido; comíamos lo que pensábamos que servía para tener energía, tampoco estaba bien. 

Todavía no nos voltean a ver tanto los patrocinadores como Nike y Adidas, o cualquier otra marca de ropa o calzado, y no se nos daban tachos (calzado deportivo), aunque es esencial porque teníamos que usarlos diario, se rompían o se abrían eran gastos que nosotras teníamos que correr igual. Lo mismo con las playeras de juego o entrenamiento, se nos daba uno por año, los uniformes igual, se me hace un poco injusto. 

La gente piensa que el fútbol varonil es más espectáculo, y por eso van mucho a los estadios, pagan lo que se les pide, con nosotras las entradas eran gratis para atraer a la gente. También está el tema del machismo, porque al principio de la liga había hombres que comentaban que no sabían porque había una liga femenil, que nos fuéramos a la cocina, que no hacíamos espectáculo. La misma gente tiene esa ideología, aunque creo que se ha ido cambiando, ya llenamos estadios, ya se cobran las entradas.

Creo que existe algún temor a hablar justamente de estas condiciones, pensaba qué tal si me quejo y ya no me convocan, no me meten a jugar o me corren. Son muchas cosas que por temor no se dicen. 

Dejé de jugar porque no tenía buen salario, económicamente no me dejaba; psicológicamente es complicado, si no entras, si no te toman en cuenta, se vuelve rutinario. Llegó un momento en que dije que no sirvo para esto. No me arrepiento y disfruté lo que tenía que disfrutar. No cierro las puertas a regresar algún día al fútbol, por amor al deporte. 

Desearía que la gente siga asistiendo a los estadios, para que nos volteen a ver patrocinadores, equipos europeos, que sigan apoyando y que los clubes sigan invirtiendo para que crezca la Liga MX Femenil”. 

Karen

jugadora activa de la Liga MX Femenil

“Era difícil soñar con ser futbolista cuando era niña, porque no había una liga profesional. Pero tenía ganas de jugar fútbol, en mi época soñaba con llegar a la selección nacional, jamás creí que lo iba a lograr, y con la llegada de la Liga MX Femenil, muchas niñas pueden vivir ese sueño. 

Esperaba un camino complicado para que esto se volviera completamente profesional, pero al enterarme que existiría una liga sentí mucha emoción, era un sueño hecho realidad y habría que aprovecharlo. De niña lo veía imposible pero por fin lo podría intentar. 

Me motivó mi mamá; yo sabía que iba a ser complicado, pero ella me dijo que aprovechara la oportunidad. Entré por visorias, cada club destina ciertas fechas para hacerlas; fui pasando varios filtros hasta que fui del agrado del entrenador y del club y me consideraron dentro del equipo. Cuando me seleccionaron fui muy feliz, era mi sueño hecho realidad. 

Cuando empezamos fue por amor al arte, tal vez las condiciones no eran las mejores, pero contaba con el apoyo de mis papás y gracias a eso acepté. Al principio estaba estudiando, tuve que cambiar mis estudios a la tarde. Me levantaba, desayunaba, me tenía que ir con tiempo porque tenía que atravesar toda la ciudad, agarraba metro, camiones, transporte público para llegar a entrenar, me hacía dos horas. Llegaba, entrenaba, a veces (casi no) teníamos comida en el club, y de ahí me iba a la escuela. Salía de clases a las 11 de la noche, y al día siguiente era exactamente lo mismo. 

En ese entonces, el club nos daba un sueldo mensual de 2 mil 500 pesos, a veces nos daban una comida, pero generalmente teníamos que ir desayunadas o llevar nuestra comida, no era lo mejor para rendir en el ámbito profesional. No percibía lo necesario para imaginar rentar o algo así, o buscar un transporte mejor. 

Me enteré que había un tope salarial en la Liga justamente por mi contrato; nos dijo la directiva del club que no podía ganar más de dos mil 500 pesos mensuales. Pero ¿cómo querían que le hiciera?, si vivo a dos horas, tenía que pagar comida y quería rentar más cerca del club. No sé si usaron el tope salarial de excusa. 

Además no había buenas condiciones, hacíamos viajes en autobús de 15 horas o hacíamos viajes el mismo día del partido de visita. Nos exigen mucho pero hay veces que no nos tratan como profesionales, para algunas personas puede ser absurdo, pero un buen descanso es fundamental para el fútbol.

Igual al principio sólo teníamos un uniforme para entrar, era de “lávalo, cuídalo y no sé como le hagas pero lo traes todos los días”; si lo perdíamos debíamos comprar otro, no nos daban la posibilidad de que se lavara allá. A veces nos teníamos que poner cosas sin marca, porque ropa no nos daban. 

Con el tiempo la situación cambió, aunque siguen existiendo muchas cosas que deben mejorar, pero en algunos clubes ya hay jugadoras con mejor salario. Lo mínimo que ganamos en el club en donde estoy es entre 6 mil y 7 mil 500 mensuales. Entre jugadoras está muy diferente el sueldo. Actualmente sigue siendo complicado, pero todas tratamos de que la liga siga mejorando en todo, incluyendo las prestaciones que necesitamos como futbolistas. 

Los jugadores de la liga varonil (del mismo club donde está) ganan arriba de un millón mensualmente, si lo comparamos con nuestro sueldo es hasta absurdo, creo que son cantidades excesivas, y aquí en la liga femenil esas cantidades nos sorprenden, nos preguntamos cómo lo lograríamos alcanzar. 

Muchos dicen que no hay recursos, no hay dinero, pero nos enteramos de sueldos así de los hombres y nos preguntamos, ¿cómo no va a haber dinero? Mucha gente confunde que nosotras queremos ganar igual que ellos, pero sólo pedimos lo necesario para poder vivir del fútbol. La gente dice, ¿cómo vas a ganar lo mismo si no generas lo mismo? pero no es eso, es que los clubes no invierten lo mismo en nosotras, pero solo queremos lo suficiente para poder dedicarnos únicamente al fútbol. 

Queremos que crezca la liga y parece que somos una carga para ellos. No nos ven como un equipo de primera división, nos ven como fuerzas básicas. Queremos que se nos dé el trato que merecemos como primera división. No se puede vivir del fútbol aún, hay veces que de verdad requiero de mis papás, en general así es en la liga, tenemos que ver otras cosas de lo que estudiamos, a ver si podemos hacer algo. Ha mejorado pero aún no en su totalidad. 

De hecho hace dos años lanzamos un manifiesto “Cuando todas juegan”, nos organizamos todos los equipos; el documento buscaba mejores condiciones para nosotras. Pero los directivos hicieron el manifiesto a un lado. Se ha intentado hablar, pero los clubes nos responden que apenas va empezando, que estamos en números rojos, es la misma excusa de siempre. Siempre que salen estos comentarios a la luz o que se trata de hablar con la directiva, siempre hay ese tipo de respuestas. Entonces ¿qué tenemos que hacer para que nos den mejores condiciones? 

Realmente hay miedo de expresarnos, porque puede ser que ya no juegue, que haya represalias de parte del club, que vayan a hablar mal de mí con otros equipos y ya no haya posibilidad de que me contraten. Hay miedo de hablar, porque ellos se limpian las manos y al final siempre señalan a la jugadora. Yo creo que debemos unirnos para poder exigir mejores condiciones, tenemos de ejemplo a la selección de Estados Unidos y de España. Si hay unión podemos lograr cosas importantes”. 

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