Pigmentocracia en el gabinete presidencial (2000-2017)

La encuesta nacional sobre discriminación

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Los gabinetes presidenciales de Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto han estado conformados, en su mayoría, por personas de piel blanca.

21 marzo 2017
Alejandra Padilla | Hugo Osorio

De las 30 personas que integran el gabinete legal y ampliado de Peña Nieto, seis son morenas (una mujer y cinco hombres); en el caso de Calderón Hinojosa, había tres personas morenas (dos mujeres y un hombre) entre las 31 que conformaban el gabinete, mientras que cuando Fox Quesada concluyó su mandato, siete de los 31 miembros del gabinete eran morenos (dos mujeres y cinco hombres).

En el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, visualizamos los gabinetes de los últimos tres Presidentes de México. Incluimos el gabinete legal, es decir, las 18 secretarías de Estado, la Procuraduría General de la República, y la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal, así como nueve entidades desconcentradas que forman parte del gabinete ampliado: la Oficina de la Presidencia, Petróleos Mexicanos, el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, la Comisión Federal de Electricidad, la Comisión Nacional del Agua, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Instituto Nacional de las Mujeres.

Un análisis de los gabinetes con los que Fox y Calderón concluyeron su sexenio, así como la conformación de la administración actual, muestran que la proporción de personas morenas en cada una es, en orden cronológico, la siguiente:

  • 22 por ciento durante el sexenio de Fox,
  • 9 por ciento en el Gobierno de Calderón y
  • 20 por ciento con Peña Nieto.

Investigadores especializados en racismo dicen que este es un reflejo de la discriminación racial que existe en México y que la falta de inclusión construye una barrera entre la clase política y la población.

En cuanto a equidad de género, en el gabinete de Peña Nieto hay seis mujeres, la misma cifra que existía con Calderón; mientras que en el gabinete de Fox había cuatro mujeres.

 

En 1966, la Asamblea General de la ONU proclamó el 21 de marzo como el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial en memoria de la masacre de Sharpeville, ocurrida seis años antes.

Más tarde, en 2001, durante la Conferencia Mundial Contra el Racismo en Durban, Sudáfrica, los países miembros de la ONU adoptaron la declaración y el programa de acción de Durban, documento que establece las medidas que estas naciones pondrían en marcha para combatir la discriminación racial. México fue uno de ellos.

No obstante, los presidentes mexicanos, al menos durante los últimos 17 años, han optado por nombrar a una mayoría de personas blancas para dirigir las entidades que conforman su gabinete.

Saúl Velasco, sociólogo de la Universidad Pedagógica Nacional, considera que este fenómeno en la cúpula del poder significa un deterioro de la igualdad conforme la escala social disminuye: “Esas personas (los titulares de dependencias gubernamentales) tienen el privilegio de ocupar ese cargo, pero hacia abajo (en la escala social) ser oscuro puede significar no tener acceso a la atención médica, o no pasar los filtros para obtener un empleo”.

Velasco ha investigado la desigualdad social con enfoque en la educación, y considera que el caso del gabinete presidencial es emblemático y envía el mensaje de que “en México, ser moreno no es lo deseable”.

Ana Laura Martínez, consultora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), advierte que el gabinete presidencial está formado por personas en las que confía el Presidente en turno, por lo que desde el punto de vista estadístico no es posible afirmar que ese conjunto de individuos es un reflejo de la sociedad.

No obstante, dice que esta falta de representatividad también existe en el ámbito empresarial. Para la investigadora, “lo que hay que analizar es cómo la estructura de la sociedad hace que las personas de piel clara tengan más probabilidades de ser exitosas”.

Para ambos investigadores, la desigualdad en el gabinete demuestra el grado de normalización de la discriminación.

Además de ser un reflejo de los estereotipos normalizados, la composición del gabinete presidencial deja en evidencia que esa estructura establecida durante la Colonia en la que las personas blancas ostentaban el poder (la pigmentocracia) sigue vigente.

Para Emiko Saldívar, socióloga de la Universidad de California en Santa Bárbara, la respuesta a esta falta de representatividad reside en justificar el privilegio y mantener a una minoría en el poder: “El aspecto físico se convierte en una moneda de cambio, una manera de controlar el acceso al poder”. Saldívar dice que al mantener ciertos parámetros de belleza y conservar la añoranza hacia la blancura, la discriminación racial es socializada y no sólo esa cúpula, sino “todos (los miembros de la sociedad) asumimos que alguien más blanco y sin facciones indígenas debe ser tratado mejor”.

“No están haciendo puentes. Es como si dijeran (los gobernantes): ‘ante Estados Unidos todos somos mexicanos, pero ante los mexicanos nosotros no somos ustedes’”. Emiko Saldívar

Esta actitud envía un mensaje de alienación de la clase política con respecto a los ciudadanos y rechazo a quienes sean diferentes. La intención, de acuerdo con la interpretación de Saldívar, es decir que están ahí porque son mejores.

El color de piel no es un factor ni un criterio para determinar las capacidades de una persona, o para evaluar qué tipo de gobernante será. Los cargos y logros deberían obtenerse con base en el esfuerzo, dice Ana Laura Martínez.

Sin embargo, cuatro de cada 10 mexicanos encuestados por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) en 2010 dijo que en este país, las personas son tratadas de forma diferente según su tono de piel. Esto de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Discriminación en México (Enadis).

La encuesta nacional sobre discriminación

“Moreno” es el adjetivo con el que seis de cada 10 mexicanos describen su tono de piel. Así lo señala la última versión de la Enadis, realizada en 2010 por el Conapred y cuya próxima versión será realizada este año, de acuerdo con esta institución.

Aunque se refieren a sí mismos como “morenos”, la mayoría de los encuestados identificó un tono más claro cuando se les pidió que señalaran en una gama crómatica el color que correspondía al de su piel.

Investigadores especializados en racismo coinciden en que esta acción refleja el “ideal de blancura”, una actitud común que está basada en prejuicios y pocas veces es consciente. Encuentran una posible explicación en la división de clases establecida durante la época de la colonia en la Nueva España, cuando la jerarquización de la sociedad mantenía a las personas blancas en la cúpula y lo deseable era que los indígenas asimilaran la nueva cultura.

Al analizar los resultados de la ENADIS, el Conapred encontró que hoy, casi 500 años después, la intolerancia, los prejuicios, la legitimación de la exclusión y el rechazo a la diversidad todavía son parte de las creencias y por lo tanto, la conducta de los mexicanos.

Mireya del Pino Pacheco, directora de Estudios y Políticas Públicas del Conapred, dice que estos resultados “son todavía un foco de alerta”. La funcionaria explica que “las personas educadas bajo esos valores y esas creencias (los prejuicios), después hacen políticas públicas y tienen la posibilidad de darle o negarle empleo a una persona sólo por su apariencia, su color de piel o su pertenencia étnica”.

Esto sucede en todos los ámbitos: el familiar, el escolar, el laboral y, también, en las instituciones gubernamentales: durante los últimos tres sexenios, en promedio dos de cada 10 secretarías de Estado y dependencias gubernamentales que conforman el gabinete presidencial legal y ampliado en México han sido dirigidas por una persona morena.

¿Racista yo?: la discriminación normalizada

“A veces somos racistas o racializados sin enterarnos del todo”, dice Saúl Velasco. Esto sucede a pesar de las leyes promulgadas y los programas de concientización puestos en marcha. El color de piel y el origen étnico aún son uno de los motivos de exclusión social, laboral y educativa en el país. No obstante, las conductas racistas están tan normalizadas que por lo general ni siquiera son cuestionadas.

La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación fue decretada el 11 de junio de 2003, y con ella fue creado el Conapred. Hasta entonces, en México no existía un marco jurídico que sancionara la discriminación. ¿Qué ha cambiado 14 años después?

Poco. El racismo está normalizado, fuera de la agenda política y pública, coinciden sociólogos como Saldívar y Velasco y economistas como Martínez.

“Pasó un umbral (el racismo) después del cual ya no genera ningún estado de ánimo, simplemente está ahí y continúa en los patrones de conducta que se reproducen” Saúl Velasco

La preferencia de la piel blanca sobre la morena está tan arraigada en la sociedad, que la idea ha sido perpetuada de generación en generación. Los investigadores citan refranes y frases populares como “hay que mejorar la raza” para ejemplificar que existe todavía la idea de que al casarse con una persona de piel más clara y tener hijos, el fenotipo de esa familia se acercará cada vez más al ideal.

Más que frases inofensivas, estos dichos son el resultado de casi cinco siglos a lo largo de los cuales la discriminación ha sido practicada una y otra vez hasta que dejó de ser cuestionada casi en su totalidad. Es por eso que se trata de un problema estructural, explican los sociólogos.

Al tratarse de una práctica normalizada, uno de los retos reside en concientizar tanto a las personas que son discriminadas como a las que discriminan, de por qué hacerlo es un problema.

¿Qué hacer para cambiar esas estructuras sociales en las que la discriminación racial fue concebida y ha sido perpetuada?

Aceptar, identificar y nombrar el problema son los primeros pasos, dice Saúl Velasco. Después, la manifestación en contra de esta práctica debería ser escandalosa para que el tema entrara en la agenda tanto mediática como política con tal fuerza que no sólo los casos escandalosos recibieran la atención suficiente, propone el sociólogo.

Mireya del Pino, directora de Estudios y Políticas Públicas del Conapred, va más allá y asegura que, de no tomar cartas en el asunto, la discriminación racial va a impedir tener un proyecto de desarrollo de país inclusivo e igualitario.

“México es un país tan grande, diverso y rico que si comenzáramos por aceptar que esa diversidad también se expresa en el tipo de personas que somos, estaríamos avanzando muchísimo, y podría ayudarnos a tomar conciencia y a exigir, todos, el respeto a nuestros derechos humanos”, considera.

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Esta investigación es publicada por Serendipia con autorización expresa de Gobierno Fácil. Para ver el original, da click aquí.

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