Rafael desapareció hace cinco años y esta semana, en un operativo de búsqueda, autoridades hallaron restos óseos en la casa donde vivía con su padre y su madrastra, en la colonia Playas del Sur, en Puebla.
Rafael desapareció hace cinco años, cuando apenas tenía 12. La última vez que Rafael Huerta Vega fue visto con vida fue el 6 de octubre de 2020 en la colonia Playas del Sur, en Puebla, lugar donde vivía con su padre y su madrastra. Esta semana, cuatro años y medio después, las autoridades confirmaron el hallazgo de restos humanos en la misma casa donde el menor residía al momento de su desaparición, lo que reavivó las sospechas sobre el entorno familiar como el posible origen del crimen.
El hallazgo se produjo el martes 15 de abril de este año. Durante un operativo de búsqueda, agentes de la Fiscalía General del Estado de Puebla, en coordinación con elementos de la policía estatal, municipal y personal de la Comisión de Búsqueda de Personas, ingresaron a un inmueble ubicado en la calle 16 de Septiembre, en la colonia Playas del Sur. En el interior del domicilio fueron localizados restos óseos que podrían ser de Rafael.
Aunque los peritajes aún no concluyen, la localización de restos humanos en el domicilio donde vivió el menor ha generado conmoción entre vecinos y familiares. La Fiscalía no ha informado si ya existe una carpeta de investigación abierta por homicidio ni ha confirmado las causas de muerte, pero prometió que en los próximos días se darán a conocer avances en la investigación y la identidad oficial de los restos encontrados.
Un caso que quedó en el limbo durante años
Rafael desapareció hace cinco años. Según las versiones recabadas por las autoridades en aquel entonces, el menor fue enviado por su madrastra a la tienda a comprar una lata de frijoles. Esa fue la última vez que se le vio con vida. Después de varios minutos sin que regresara, los adultos reportaron su ausencia y declararon haber salido a buscarlo sin éxito.
Desde un principio, las miradas apuntaron al círculo más cercano del menor. Rafael vivía con su padre, Alfredo “N”, y la pareja de este, luego de que sus padres se separaran. La madre biológica del menor aseguró a las autoridades que Alfredo le impedía tener contacto con su hijo y que incluso fue agredida físicamente cuando intentó ingresar al domicilio para verlo. Pese a los antecedentes de violencia y a las denuncias sobre la falta de comunicación con el menor, no se tomaron acciones contundentes en ese momento.
Lo que sucedió después de la desaparición levantó aún más sospechas. El 8 de octubre de 2020, dos días después de la desaparición del menor, Alfredo “N”, su pareja y las dos hijas de ella abandonaron la vivienda de manera repentina, llevándose todas sus pertenencias. Ese mismo día, la Fiscalía emitió un boletín de búsqueda con la ficha de desaparición de Rafael. Desde entonces, el caso no tuvo avances sustanciales hasta ahora.
La vivienda que ocultaba una posible tragedia
Durante cinco años, la casa donde vivía Rafael permaneció sin intervención. Aunque hubo rumores sobre lo que podría haber ocurrido dentro del inmueble, ninguna autoridad demandó una revisión a fondo del lugar.
Los restos óseos encontrados aún no han sido oficialmente identificados, pero todo apunta a que pertenecen a Rafael. La coincidencia del lugar, las fechas y los antecedentes del caso hacen que tanto la opinión pública como la familia materna del menor exijan justicia y una investigación exhaustiva que no permita la impunidad.
Infancia desprotegida: el panorama nacional
El caso de Rafael no es un hecho aislado. De acuerdo con datos recientes de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), los delitos contra menores de edad siguen siendo una constante alarmante en el país. Tan solo entre enero y febrero de este año, se registraron 375 homicidios de menores.
El informe detalla que 186 niñas, niños y adolescentes murieron en accidentes de tránsito, mientras que 111 fueron víctimas de arma de fuego. A esto se suman 30 homicidios en circunstancias aún no reconocidas, 16 con arma blanca y 2 más sin causa de muerte identificada. Estos números reflejan una tendencia preocupante de violencia sistemática contra la infancia, en la que la negligencia institucional también juega un papel importante.
Rafael desapareció hace cinco años, pero su caso no fue priorizado como se debía. No hubo un seguimiento inmediato, no se realizaron cateos oportunos y, durante años, la familia materna vivió en la incertidumbre, sin respuestas y sin justicia. Hoy, con el hallazgo de restos humanos en el lugar donde vivía el menor, se abre la posibilidad de reconstruir los hechos y castigar a los responsables.
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