Murió el papa Francisco a los 88 años, tras más de una década de un pontificado marcado por la cercanía con los más vulnerables y el impulso de una Iglesia más humana y compasiva.
Murió el papa Francisco este lunes 21 de abril, a las 7:35 de la mañana, en su residencia de la Casa Santa Marta, en el Vaticano, tras una última aparición pública durante la celebración de Pascua, el domingo anterior, en la Plaza de San Pedro. El anuncio oficial fue realizado a través de un emotivo video difundido en internet, en el que el cardenal Kevin Joseph Farrell, acompañado por altos miembros de la curia romana, comunicó al mundo el fallecimiento del pontífice.
“Con profundo dolor tengo que anunciar que el papa Francisco ha muerto a las 7:35 horas de hoy. El obispo de Roma ha vuelto a la casa del Padre. Su vida entera ha estado dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia”, dijo Joseph Farrell. Con esta noticia se cierra el ciclo de Jorge Mario Bergoglio como el pontífice número 266 y el primero de origen latinoamericano en la historia de la Iglesia Católica.
Un papado marcado por la cercanía
Durante sus casi doce años al frente del Vaticano, el papa Francisco impulsó una agenda de transformación profunda. Desde su elección en 2013, luego de la renuncia de Benedicto XVI, marcó un estilo distinto: austero, empático y centrado en los márgenes del poder. Su primer viaje, apenas meses después de asumir, fue a Lampedusa, isla símbolo del drama migratorio en el Mediterráneo. Allí lanzó un fuerte llamado a no mirar hacia otro lado frente al sufrimiento de los refugiados.
Entre los hitos de su pontificado destacan momentos que rompieron moldes dentro y fuera de la Iglesia. Canonizó a los papas Juan XXIII y Juan Pablo II en un gesto conciliador entre las alas conservadora y progresista; pronunció el primer discurso de un pontífice ante el Congreso de Estados Unidos en 2015; y abrió el Jubileo de la Misericordia en Bangui, República Centroafricana, como señal de que los márgenes también son centro.
Francisco también se esforzó por reconstruir puentes rotos. En 2016 se reunió con el patriarca ruso Kiril y, en 2018, logró un acuerdo provisional histórico con China sobre el nombramiento de obispos, intentando integrar a la llamada Iglesia clandestina.
Su vocación de diálogo se expresó no solo en diplomacia, sino también en gestos pastorales: visitó cárceles, lavó los pies a migrantes y tomó decisiones arriesgadas para acercar la Iglesia a quienes sufren.
Tolerancia cero frente a los abusos
Uno de los desafíos más duros fue el escándalo de abusos sexuales dentro de la Iglesia. Francisco enfrentó esta crisis con reformas estructurales: en 2014 creó una comisión especial para acelerar los procesos de denuncia; en 2016 estableció la negligencia como causa de destitución para obispos que encubrieran casos; y en 2019 eliminó el secreto pontificio para este tipo de delitos. Su trabajo culminó en marzo de 2023, dejando un legado de mayor transparencia y compromiso frente a las víctimas.
El viaje a Irak en 2021 también dejó huella: fue el primer papa en pisar ese país y en reunirse con un alto líder del Islam, el ayatolá Ali al-Sistani. Allí habló en nombre de la paz y la protección de las minorías cristianas, en una región azotada por la guerra y la persecución.
Su última Pascua y el adiós
Su paso por el Vaticano estuvo marcado por momentos históricos y profundamente humanos. El pasado 24 de diciembre, durante su último Jubileo, sorprendió al mundo al abrir la Puerta Santa no solo en la Basílica de San Pedro, sino también en la cárcel de Rebibbia, enviando un mensaje directo de esperanza a las personas privadas de la libertad.
El papa Francisco murió después de celebrar su última misa de Pascua, rodeado por miles de fieles. Hoy su legado queda como uno de los más significativos en la historia reciente de la Iglesia Católica: un pontífice que buscó una Iglesia más cercana, más humilde y más coherente con el evangelio de los pobres.
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