El 11 de febrero se celebró el Safer Internet Day (SID), el día de la internet segura, que se celebra cada año en ese mes, con el objetivo de promover un uso seguro y positivo de las tecnologías digitales. Quedó instituido para celebrarse el segundo día de la segunda semana del segundo mes del año, impulsado, principalmente, por organizaciones europeas, y reúne a millones de personas de todo el mundo con la finalidad de lograr cambios positivos y generar conciencia acerca de la seguridad en Internet, organizando distintas actividades y eventos dirigidos, en su mayoría, a niños y adolescentes.
Celebro que organizaciones internacionales se preocupen y se ocupen por llevar a cabo este tipo de iniciativas que, sin lugar a dudas, abonan mucho a sembrar esa semilla de conciencia en jóvenes de muchas partes del mundo.
Por supuesto México no es la excepción. Por ejemplo, en el Estado de México, el INFOEM (Instituto de transparencia y protección de datos personales) organizó un evento que tuvo como anfitrión a una muy importante universidad tecnológica; por ello, el auditorio se encontraba repleto de jóvenes estudiantes de diversas carreras pero sobre todo, de jóvenes nativos digitales, refiriéndome con esto a esas personas definidas por la cultura tecnológica con la que nacieron y están conviviendo.
No obstante esta estrecha relación de los jóvenes con la tecnología digital, en muchas y muy continuas ocasiones, estos se equivocan al compartir o difundir información personal o íntima pensando que no va a pasar nada. Resulta extraño, pero así es. Los nativos digitales parecieran no entender el alcance que tiene la tecnología con la que conviven a diario.
Por eso considero que más allá de realizar llamativos eventos o una serie de actividades a gran escala, los organismos garantes de la protección de datos personales deben poner mayor énfasis en crear conciencia de lo que hoy en día son las redes sociales y la internet; el saber explicar y hacer entender que lo que yo suba o ponga en la internet o en una red social ya no es mío, nada más, en ese instante, al momento de dar click para subirlo, esa información que debería ser mía, ya es de millones de personas conectadas en ese momento y que podrán hacer uso de ella para bien o para mal.
En México existen más de 75 millones de personas con conexión a internet. Gente que por lo menos subió ya un dato personal a la red, como por ejemplo, al crear un correo electrónico, al suscribirse a una página, al conectarse a una red social ya que, en ese momento, compartí con millones de usuarios algunos de mis datos personales. Los expertos en ciberseguridad comentan que, para poder identificar a alguien en alguna base de datos, se requieren solo de tres datos, en muchas ocasiones solo uno. Escalofriante pensar que solo por el hecho de tener una línea de teléfono celular, personas de cualquier parte del mundo pudieran estar entrando a mi información.
Según datos en el informe Digital In 2020, Facebook cuenta con casi 2,500 millones de usuarios en todo el mundo; le sigue YouTube con 2,000 millones, seguidos por WhatsApp 1,600 millones, Messenger 1,300 millones e Instagram 1,000 millones. Además, 49% del total de la población en el mundo, algo así como 3,500 millones de personas, cuentan con por lo menos una red social.
De ese tamaño es el reto para los órganos o instituciones de protección de datos personales a nivel mundial. Una tecnología digital que crece y se transforma a pasos agigantados, que cada vez es más global, que no se detiene.
Ojalá que como lo dijo Mark Prensky hace casi ya 20 años, “Esperemos que las tecnologías del futuro también estén diseñadas para proteger lo que es sagrado, y lo que es importante en nuestro propio entendimiento del ser humano”.
Ojalá que sí.
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