Las cifras de cierre de 2018 y los datos que comienzan a publicarse reflejan una recesión económica. Es decir, la economía no está creciendo. Otros indicadores económicos también presentan signos negativos para nuestra economía: muestran menor inversión, recaudación de impuestos y en algunos casos menor estabilidad laboral. Hay quienes consideran que un posible “rescate” a Pemex pudiera servir como palanca que impulse las mejores expectativas para México. Aunque, por otro lado, otros opinan que sus malas finanzas (el gasto de operación de Pemex representa casi 83 por ciento de sus ingresos totales y tiene una deuda de alrededor de 106 millones de dólares) llevarán a Pemex a una nueva reducción en las clasificaciones por las calificadoras de riesgo. Lo que puede presionar a una baja en el riesgo soberano de México como país.
Esto sería un pésimo mensaje para los mercados internacionales, viéndose afectados los créditos internacionales, las tasas de interés y la confianza en los mercados financieros, por mencionar algunos efectos.
Fitch baja calificación de Pemex; Moody’s la mantiene, en espera de Standard and Poors
A finales de enero, Fitch Ratings informó la disminución de la calificación de riesgo para Pemex, siendo la situación financiera de la empresa del estado el principal determinante para la decisión. Fitch mencionó el riesgo de que, de seguir con finanzas tan deterioradas, se podría ver afectado el suministro de combustibles por parte de Pemex. Además, la necesidad de enormes recursos de inversión (que no es claro de dónde saldrán) para alcanzar las nuevas metas de producción y refinación. Fitch mantuvo la perspectiva de “negativa”, esto es, puede descender de nuevo. Ello llevaría la calificación a lo que se conoce como grado especulativo o “basura”.
Al mismo tiempo, la calificadora de riesgo Moody’s mantuvo su calificación. Sin embargo, remarcó el riesgo de liquidez y la gran carga fiscal de la petrolera mexicana, su deuda elevada y los riesgos relacionados con su producción de crudo y sustitución de reservas. Por último, la calificadora Standard and Poor´s bajó la calificación crediticia de Pemex en 2018. Pero es importante considerar que Moody’s ya la tiene también al borde de grado especulativo. La calificadora no ha emitido una nueva revisión en lo que va de 2019. De volver a revisarla a la baja sería un gran golpe a la certidumbre crediticia, de por sí ya deteriorada.
Pemex y el Plan de Inversión, ¿o rescate financiero?
El gobierno tiene décadas invirtiendo en Pemex para que sea una empresa productiva, sin alcanzar los objetivos planteados. En los últimos 20 años se invirtieron 303 mil millones de dólares, mientras la producción cayó de 3.83 millones de barriles diarios de hidrocarburos (crudo y gas) en 2004 a 2.1 millones en 2018. Con precios de casi 100 dólares el barril antes de la caída desastrosa en 2015, cuando su precio disminuyó a menos de la mitad (promedió 35.5 pesos por barril en 2016). En el último mes, el gobierno informó el Plan de Inversión para Pemex en el que se busca inyectarle más dinero y reducirle impuestos con el fin de aumentar sus ingresos. Las reacciones en lugar de ser positivas fueron mixtas, por el peligro que dicho apoyo implica para las finanzas del gobierno federal.
Aunque las finanzas públicas del país ya no son tan dependientes de los ingresos petroleros, porque ahora lo son de los impuestos. Recordemos que sólo de IEPS el estado recibe 4.81 pesos por litro de gasolina verde y 4.06 pesos por litro de gasolina roja. La importancia de Pemex es que el gobierno federal es su principal aval, y están completamente conectados. La necesidad de mejorar sus finanzas radica en la certidumbre que da a los mercados internacionales como empresa petrolera del estado. Esto se ve ampliamente relacionado con el desempeño y confiabilidad de México como país. Realizar acciones para mejorar las perspectivas para Pemex es prioridad, pero es necesario no comprometer las finanzas públicas nacionales para lograrlo.
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Texto originalmente publicado en el Periodico Meridiano.
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