Anteriormente he hablado sobre las consecuencias de la pobreza en las zonas más afectadas por la inseguridad en el país, sin embargo, en esta ocasión, abordaré a la pobreza desde una de las perspectivas de percepción que se tiene de ella y de la gente que la sufre en nuestro país; me refiero en específico al prejuicio recurrente que señala a la gente pobre como ‘floja’ y ‘conformistas’.
Desde que tengo memoria, el gobierno mexicano ha luchado de forma inútil contra la pobreza, y más que resolverla, pareciera que busca administrarla dispensando programas sociales, como, por ejemplo, La Cruzada Nacional contra el Hambre o la entrega desmedida de tabletas electrónicas, despensas o monederos (tarjetas), no obstante, a estas medidas la pobreza se ha incrementado.
Sin lugar a dudas, la pobreza es uno de los fenómenos humanos más difíciles de entender y de resolver, ya que está compuesta por múltiples variantes, lo cual la hace casi imposible de erradicar cuando se encuentra de forma crónica en una población. No obstante, lo que sí es posible combatir de forma inmediata es la percepción dañina y lastimosa de que la gente pobre lo está porque lo quiere así.
¿Qué es lo que diferencia a una persona pobre de otra que no lo es? Más allá de la condición económica, yo me refiero a los estilos de vida y de consumo; por ejemplo, el pobre crece con un acceso limitado al agua potable, la electricidad, el alimento, la salud y la educación, donde además está demostrado que las personas con esa condición tienen el doble de probabilidades de morir antes de los 5 años.
Mientras que, por el otro lado, las personas con un nivel socioeconómico mayor podrán acceder a todos estos servicios y consumos generando con ello condiciones que a la postre disminuyen los riegos en la calidad de vida futura. A partir de aquí, podemos observar que las condiciones de vida a las que te somete la pobreza son extremadamente duras y desiguales, y que, por lo tanto, la oportunidad de que una persona pobre salga de esa condición es muy baja
El fundamento base que dan las personas con la percepción de que la gente pobre lo es por floja, va algo así: “¡Pero claro que hay oportunidades de trabajo! Ellos son los que no quieren trabajar”. Sin embargo, las condiciones laborales que actualmente existen en el país para atender a poblaciones vulneradas por la pobreza y la necesidad son injustas, ya que en la mayoría de las ocasiones son empleos que solo desgastan a las personas, donde además son utilizadas haciéndolaas trabajar largas jornadas sin ningún tipo de beneficio o prestación adicional más que la del sueldo base. que cabe decir, el salario mínimo en nuestro país está incluso por debajo de países centroamericanos.
Contrario a ello, las personas que no padecieron esta situación de manera crónica durante sus primeros años de vida, logran encontrar oportunidades de trabajo completamente distintas, donde obtienen los mejores salarios, prestaciones y servicios de manera formal. Incluso con privilegios únicos.
En razón de ello, podemos afirmar que la pobreza existe no porque la gente no quiera trabajar, sino porque aun haciéndolo no mejorará su condición de vida y no garantizará salir de pobreza. México se ha convertido en uno de los países con mayor desigualdad en el mundo.
No queda más que decir que los pensamientos que justifican las malas condiciones laborales para discriminar la pobreza sacan a relucir el clasismo en el que está hundido México, un país que se queja por el racismo del cual es víctima por parte de otros países, pero que al mismo tiempo discrimina a su población más necesitada, la cual hoy en día no cuenta con las mínimas oportunidades para romper el círculo vicioso de esa condición.
No entenderlo así solo nos hace cómplices de la discriminación y la violencia que sufren los grupos más marginados del país. Concluyo asegurando que, en nuestro país, el esfuerzo no determina tu éxito, lo determinará el nivel de desigualdad en el que te encuentres.
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Alaska J. Zamora. Colaboradora de Integridad Ciudadana A.C. Actualmente es locutora de radio en Ibero 90.9 FM, en el programa #ContraParte.
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