El feminicidio y la violencia machista convocan cada año a miles de mujeres en las calles de México. Desde Baja California hasta Chiapas, las marchas feministas del 8 de marzo son un espacio para exigir un alto a los asesinatos de mujeres, impulsar la despenalización del aborto y buscar que el Estado garantice los derechos humanos de la mitad de la población. Pero, ¿todavía hay razones para marchar? ¿No es suficiente con tener un delito “especial” para las mujeres (el feminicidio)? ¿Por qué las mareas verde y violeta siguen inundando el país?
“¡Alto al feminicidio y la violencia machista!” “¡Nos sembraron miedo y nos crecieron alas!” Aunque la lucha feminista en el país ha logrado incluir el feminicidio en el código penal y abrir la conversación sobre la violencia contra las mujeres, las marchas no cesan. ¿Es que no es suficiente con lo que ya tenemos?
En 2023 ser mujer todavía es una desventaja. Los feminicidios y la violencia machista no cesan en el país, aunque haya quienes consideran que no es necesario tener un delito “especial” para los asesinatos de mujeres (el feminicidio), y que la mujer que vive una relación violenta desea ser parte de ella.
“Toda mujer, por el solo hecho de ser mujer, es vulnerable a la violencia de género”, dice Claudia Alonso González, doctora en Antropología y responsable del área de Género del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, de la Universidad Iberoamericana Puebla.
“El género no sólo es la asignación de roles, sino una maquinaria de distribución desigual de bienes y recursos para vivir”. dice Alonso González. Ella explica que a un hombre, por el simple hecho de serlo, se le aplauden los comportamientos agresivos o sexuales y se le exenta de hacer trabajos domésticos o de cuidados (esas son tareas de mujeres). Además, por lo general a un hombre se le paga más por el mismo trabajo que hace una mujer: desde profesiones científicas hasta fútbol.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró en 2013 que la violencia contra las mujeres era un problema de salud mundial de proporciones epidémicas que afecta a más de un tercio de todas las mujeres en todo el mundo y hasta 2021, esta proporción no había cambiado. Esta violencia afecta la salud física y mental de las mujeres: desde huesos rotos hasta complicaciones relacionadas con el embarazo, problemas mentales y deterioro del funcionamiento social.
En el caso de México, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2021) realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), reveló que siete de cada 10 mujeres mayores de 15 años en México han vivido violencia al menos una vez a lo largo de su vida.
Aun así, creencias como que “el feminicidio es una figura penal innecesaria”, o que si una mujer permanece en una relación violenta “es porque le gusta”, persisten en la sociedad.
Prevalencia de violencia contra las mujeres de 15 años y más en México
Fuente: INEGI, ENDIREH, 2021.
¿Qué tanto sabes de la violencia machista y los feminicidios en México?
En Serendipia presentamos tres de las creencias más extendidas sobre el feminicidio y la violencia machista, y los contrastamos con los datos de fuentes oficiales y la perspectiva profesional de académicas y activistas.
“El feminicidio no debe existir, todos los asesinatos deben ser tratados iguales”
En el primer semestre de 2022 se registraron 13 mil 495 defunciones de hombres atribuidas a casos de homicidio y mil 875 defunciones de mujeres, esto de acuerdo con cifras preliminares del INEGI.
Esos datos señalan que la tasa de homicidios de hombres fue de 22 homicidios por cada 100 mil habitantes. Para las mujeres, la tasa fue de tres por cada 100 mil.
Incidencia delictiva en 2022
Fuente: SESNSP
No obstante, las expertas coinciden en que hay que considerar otros factores. “A las mujeres las matan (en la mayoría de los casos) hombres, y con frecuencia (hombres) cercanos a ellas, tanto como para haber sido su pareja. Hay una carga misógina en el feminicidio y todo un antecedente [de violencia]”, explica Alonso González.
Es decir que la creación de un delito “especial” para mujeres no significa que este sector de la población sea mejor que otro (los hombres). El feminicidio, que se define en el Código Penal Federal desde 2012 como el delito de privar de la vida “a una mujer por razones de género”, fue introducido en el sistema judicial mexicano en respuesta a una historia de machismo, conocido como el caso de Campo Algodonero.
En 2001 fueron encontrados los cuerpos de tres mujeres en un paraje conocido como Campo Algodonero en Ciudad Juárez, México. La Procuraduría del Estado de Chihuahua no activó adecuadamente los protocolos de búsqueda, desestimando la desaparición de aquellas mujeres y posteriormente no buscó responsables, lo que demostró su misoginia y falta de preocupación por la vida de las mujeres.
Gracias a la lucha de las familias, en 2009 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) reconoció la responsabilidad del Estado mexicano por no haber protegido la vida de las mujeres víctimas de homicidio en razón de género. Aunque la sentencia se refería a los casos de Chihuahua, el caso se convirtió en un precedente importante para establecer los mínimos necesarios para una política integral contra la violencia de género en todo el país, y fue base para la tipificación del feminicidio en 2012.
“A pesar de que esté tipificado el feminicidio, las sentencias que se emiten son muy pocas”, dice Ana Laura Gamboa Muñoz, responsable del Observatorio de Violencia Social y de Género del IDHIE en la Ibero Puebla.
“Solo las mujeres pobres viven violencia”
Que una mujer identifique si alguna vez ha vivido violencia no depende de sus características demográficas, sino de su acceso a la información, señala en entrevista con Serendipia Cinthya Ramírez Rodríguez, politóloga y vocera de REDefine Puebla.
Aunque puede creerse que sólo mujeres en condición de pobreza, sin acceso a la educación o de ambientes rurales son quienes sufren violencia, los datos de la ENDIREH 2021 muestran que mujeres con mayores grados de estudio y que viven en entornos urbanos reportan haber vivido violencia con mayor frecuencia.
Mujeres de 15 años y más que han sido víctimas de violencia en los últimos 12 meses
Fuente: INEGI, ENDIREH, 2021.
Ramírez imparte talleres y charlas a mujeres en los que al inicio les pregunta si creen que han sufrido violencia alguna vez en su vida. Las respuestas afirmativas varían con cada grupo, pero una vez que conocen los diferentes tipos de violencia machista que existen, las respuestas afirmativas aumentan cuando les pregunta por segunda vez.
“[Se trata] justamente de entender cómo se ve la violencia, porque creeríamos que la violencia son golpes, empujones, pero muchas violencias se han normalizado, nos han hecho creer que así son las cosas y que nos debemos de aguantar pero pues no: es violencia”.
Mujeres de 15 años y más que han sido víctimas de violencia a lo largo de su vida
Fuente: INEGI, ENDIREH, 2021.
Los datos confirman que la forma de violencia más común que han experimentado las mujeres en México es la psicológica. Este tipo de violencia es poco visibl, por lo que llega a ser difícil de identificar para quien la vive, pero puede provocar ansiedad, depresión e incluso ser la causa de un suicidio.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la violencia psicológica puede manifestarse de las siguientes formas:
- Provocar miedo a través de la intimidación
- Amenazar con causar daño físico
- Insultar, humillar o devaluar a una persona
- Forzar a alguien a aislarse de sus amistades, familia o abandonar actividades.
Entonces, ¿el estatus económico o social de una mujer determina la probabilidad de que sea víctima de violencia?
No. “Todas las mujeres somos propensas a vivir alguna manifestación de violencia de género, sin embargo, esta se incrementa para ciertos segmentos de la población de mujeres”, dice Adriana Ortega, coordinadora del Área de Datos en Intersecta.
Ortega explica que las mujeres menores de 30 años son las más propensas a experimentar violencia en su entorno laboral, así como mujeres sin auto se exponen más a vivir violencia en la calle o el transporte público.
“Si las mujeres no abandonan una relación violenta, por algo será. Tal vez les gusta”
Es común que las personas critiquen a mujeres víctimas de violencia por no salir de su relación, pero esto suele ser resultado de una falta de comprensión del ciclo y las dinámicas de este tipo de violencias.
“A nivel social hay una naturalización de la violencia en donde la familia le va a decir ‘es tu marido, es tu familia, no eches por la borda ese proyecto familiar’, incluso oímos decir ‘es tu cruz, tú lo elegiste, se unieron bajo un sacramento’, en fin, una serie de mensajes sociales que a ella la va a detener en esa situación de violencia”, dice Alonso González.
En relaciones violentas, las víctimas a menudo son objeto de actos de control y manipulación justificados en nombre del “amor” o del cuidado, lo que resulta en su aislamiento. A medida que se limita su comunicación con amigos y familiares, se producen otras agresiones aparentemente pequeñas que disminuyen su confianza en ellas mismas. Si llegan a desarrollar depresión, se hace más difícil que puedan salir de esa situación por sí mismas. Y si además la mujer depende económicamente de su agresor (su pareja) y hay hijos pequeños, la situación se vuelve aún más compleja.
La ENDIREH señala que cuatro de cada 10 mujeres en una relación sentimental han experimentado violencia por parte de su pareja, siendo la violencia psicológica el tipo más prevalente con un 35.4%.
El 78.3 por ciento de las mujeres que experimentó violencia por parte de su pareja no lo denunció. La razón más frecuente para no hacerlo (con 27.7 por ciento), fue porque “se trató de algo sin importancia que no le afectó”, de acuerdo con la ENDIREH. De nuevo, las expertas coinciden en que esto se debe a la normalización de la violencia.
Solo el 8.3 por ciento de las mujeres que vivieron violencia por parte de su pareja presentaron una queja o denuncia, según la ENDIREH. A pesar de esto, los datos del SESNSP muestran un aumento sostenido en el número de carpetas de investigación (CDI) por delitos como violencia familiar o violación.
En 2022 se abrieron un total de 270 mil 546 CDI por delitos de violencia familiar, lo que equivale a una denuncia cada dos minutos. Además, se abrieron cinco mil 525 CDI por delitos relacionados a violencia de género: un aumento del 32 por ciento respecto al año anterior.
Sin embargo, cuando una mujer denuncia, muchas veces las autoridades no cumplen con las leyes y protocolos con perspectiva de género, disuadiéndolas, revictimizándolas o desestimando sus casos. Esto significa que el ciclo de violencia puede iniciar con una agresión psicológica en pareja pero después también puede haber violencia ejercida por las instituciones, justo como sucedió con el caso de las mujeres del caso de Campo Algodonero.
Las mujeres continúan manifestándose a pesar de los avances en la lucha contra la violencia de género, porque aún existe un sistema cultural e ideológico que las violenta.
Por eso, desmentir este tipo creencias que se han presentado a lo largo del texto es necesario no sólo para informar, sino también para ser conscientes de la complejidad de nuestro contexto y, sobre todo, de la violencia contra las mujeres. Esto también explica que mujeres organizadas se manifiesten no sólo cada 8 de marzo, sino cada vez que hay acoso en las calles, violencia sexual en las escuelas o violencia machista por parte del Estado.
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