¿Cómo afecta el Tren Maya al medio ambiente? De acuerdo con el gobierno federal de México, el objetivo de este proyecto es “mejorar la calidad de vida de las personas, cuidar el ambiente y detonar el desarrollo sustentable”.

Pero esto no será (y no es) así, de acuerdo con investigadores y personas que viven en la región, quienes han identificado desde las etapas de planeación y construcción atropellos a los derechos humanos y peligros para el ecosistema y la fauna local. Algunos de estos son, quizás, irreversibles. 

El Tren Maya es un megaproyecto del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Este tren recorrerá mil 500 kilómetros en los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, entidades localizadas en el sureste de México: una región biodiversa. 

En esta región viven al menos 94 especies de animales que actualmente son catalogadas como prioritarias para la conservación por la Ley General de Vida Silvestre, de las cuales 31 están en peligro de extinción bajo la norma mexicana y tres en peligro crítico de extinción bajo los estándares internacionales.

Además, frente a la vía del Tren Maya se encuentra una cueva llamada El Volcán de los Murciélagos que le da refugio a nueve especies de murciélagos, una de estas especies está considerada como amenazada de extinción a nivel nacional y siete tienen un riesgo de extinción catalogado como menor en todo el mundo.

Estas categorías de prioridad y riesgo las define la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en México y la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) a nivel mundial.

La Semarnat trabaja para conservar cierto número de especies como estrategia complementaria para proteger a otras especies y hábitats, así como, para asegurar la permanencia, integridad ecológica y viabilidad evolutiva de la biodiversidad.

El lugar en donde habitan estos animales ha sido devastado en las últimas décadas. Las actividades humanas han restringido el espacio que los animales pueden habitar al punto de que ya solo queda un cuarto del territorio con hábitats naturales en comparación con hace más de dos décadas: pequeños manchones a lo largo de la península. 

“Este es un proyecto para reactivar la economía en el sureste del país”, dijo el presidente López Obrador el 16 de diciembre de 2018 durante la Ceremonia de Pueblos Originarios para la construcción del Tren Maya en la que le ofreció a la Madre Tierra aguardiente, pollo y tortillas para pedirle la aprobación del proyecto. “Si lo analizamos bien, la construcción de estos mil 500 kilómetros va a generar muchísimos empleos, va a haber mucho trabajo”, comentó en el evento.

Un ejemplo de las consecuencias de proyectos como este es el caso de Okinawa en Japón. Kaichu-Doro es una carretera de 4.75 kilómetros que conecta la isla de Katsuren con la isla de Henza. De acuerdo con un estudio publicado en 2015, en siete de las 10 áreas estudiadas a lo largo de la carretera hay un daño ambiental que afecta el ecosistema marino de las islas. Además del deterioro ambiental, el proyecto modificó las condiciones climáticas del agua y, en las corrientes marinas, la calidad del agua bajó drásticamente haciendo difícil la supervivencia de las especies. Lo que fue hecho para mejorar la comunicación vial entre las islas, terminó dañando a la vida marina y al medio ambiente.

El proyecto está planeado en siete tramos que van a pasar por 41 municipios de los cinco estados, aunque por ahora solo existe información pública sobre el impacto ambiental de los primeros tres tramos que conforman la primera fase: de Palenque (Chiapas) a Escárcega (Campeche), de Escárcega a Calkiní (Campeche) y de Calkiní a Izamal (Yucatán), pasando por el Área Natural Protegida Cuxtal (Yucatán). 

La construcción del Tren Maya fue anunciada el 16 de diciembre de 2018 por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Desde entonces, el gobierno federal ha adjudicado 764 contratos con un valor de 119 mil millones de pesos para su diseño, construcción y operación. Esto de acuerdo con los contratos reportados en Compranet (la plataforma de compras del gobierno federal) analizados por Serendipia en el micrositio Contratos Tren Maya.

La Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) de la la fase 1 del proyecto ferroviario señala que en la región en que se pretende establecer el Tren Maya habita un “sinnúmero” de especies de fauna y entre estos animales se encuentran especies consideradas como prioritarias para la conservación, amenazadas, e incluso en peligro de extinción.

Este estudio de posibles impactos ambientales, contratado por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y aprobado por la Semarnat, dice que “se considera que no se afectarán áreas de alimentación, reproducción o refugio de anfibios, reptiles, aves y mamíferos”. Sin embargo, investigadores como Ana Esther Ceceña, Coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Jorge A. Benítez, experto en Ecología, y pobladores de la región como el defensor del territorio Pedro Uc Bé advierten que el proyecto tendrá efectos negativos, directos e indirectos, sobre el hábitat de estas criaturas tan importantes para la cultura y el ecosistema de la región. 

Hay animales, como los felinos, que se alejan de las vías por miedo a ser atropellados hasta que no haya movimiento de vehículos o trenes, comúnmente por la noche. Es entonces cuando se aventuran a cruzar y algunos logran salir ilesos. Pero hay otras especies, e incluso individuos de felinos, que no corren con la misma suerte.

En el caso de las vías de comunicación del Tren Maya, el tren de pasajeros y de carga correrán a 160 kilómetros por hora y 100 kilómetros por hora respectivamente. Para evitar atropellamientos se construirá una cerca perimetral a cada lado de la vía férrea. Es decir, el Tren Maya será como una “malla” que encapsulará a la fauna. Con esto, las condiciones de vida y las oportunidades de reproducción disminuirían, según Ana Esther Ceceña.

Además, investigaciones sobre el efecto del ruido de tráfico, las vibraciones y la contaminación química generados por las vías férreas han arrojado que estos componentes mantienen alejada a la fauna de los sitios perturbados, restringiendo su hábitat y zona de movimiento. Esta barrera creada por el ruido puede presentarse durante la construcción y operación del proyecto Tren Maya, de acuerdo con el libro de ECOSUR sobre el tema.

Entonces, tanto la vía como la malla perimetral y el ruido del Tren Maya romperán el hábitat de especies prioritarias para la conservación y dividirán los ecosistemas de la zona. 

La fragmentación en los ecosistemas provoca la pérdida de conexión ecológica, lo que a su vez hace que las poblaciones de fauna queden aisladas, sus hábitats sean transformados, los microclimas cambien y se favorezca la extinción de especies, de acuerdo con el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA).

Aunado a la vía de los trenes, las áreas inmediatas a las estaciones y a los centros turísticos del Tren Maya tendrán un crecimiento poblacional importante, lo que aumentará el tráfico vehicular. Entonces los animales también quedarán aislados a causa de las carreteras asociadas al proyecto porque los vehículos pueden atropellarlos al intentar cruzar al otro lado.

Los pasos de fauna son estructuras de cruce de vida silvestre que reducen las colisiones de animales y vehículos, permiten el paso seguro de los animales y promueven la conectividad del hábitat. 

Ahora, el plan del gobierno mexicano para minimizar la segmentación de los ecosistemas y conectar el hábitat incluye pasos de fauna silvestre. Durante el congreso internacional de negocios de la industria ferroviaria (ExpoRail) de la Asociación Mexicana de Ferrocarriles (AMF), en febrero de 2020, se informó que el Tren Maya tendrá 63 pasos de fauna grande y dos mil 16 metros de pasos de fauna para pequeños vertebrados en los primeros tres tramos.

En mayo y julio de 2020, Fonatur adjudicó dos contratos por 19 millones de pesos para estudios para identificar el número de pasos de fauna necesarios a lo largo de la ruta del Tren Maya en las fases uno y dos del proyecto, su ubicación precisa y características específicas, de acuerdo con los documentos registrados en la plataforma de compras gubernamentales CompraNet, analizados por este medio digital en Contratos Tren Maya.

El estudio de la primera fase no está publicado en la Plataforma Nacional de Transparencia y el de la segunda fase solo está disponible a través de solicitudes de acceso a la información si se pide copia del documento. Además, ningún estudio aparece en la página oficial del proyecto.

Serendipia solo localizó 40 pasos de fauna para los primeros tres tramos del Tren Maya mencionados en la Manifestación de Impacto Ambiental de la fase uno del proyecto entregada a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) el 16 de junio de 2020 y aprobada el 30 de noviembre.

Estos 40 pasos de fauna se construirán a lo largo de 631.25 kilómetros, entre ellos habrá pasos inferiores para grandes mamíferos, inferiores específicos para pequeños vertebrados, pasos entre árboles para mamíferos que viven en los árboles y pasos para anfibios.

El jaguar también es una especie prioritaria para la conservación de acuerdo con la Ley de Vida Silvestre y está considerada como en peligro de extinción bajo la norma que protege a las especies en riesgo en México, la NOM-059-SEMARNAT-2019. La última vez que la Alianza contó a los jaguares que habitan en México fue en 2018 y la cifra estimada llegó a cuatro mil 800 ejemplares en todo el país; la mitad de ellos viven en la península, es la población más grande de jaguares en México. 

Este animal ha sido el centro de atención al hablar sobre los impactos ambientales del Tren Maya porque está a la cabeza de la cadena alimentaria de los ecosistemas terrestres de selvas húmedas: el jaguar come pecarí, el pecarí consume otras especies y así sigue la cadena. “Si conservamos la especie del jaguar, como tiene un rango de distribución amplio, podemos conservar a muchas otras especies, podemos garantizar los servicios ambientales como el agua y el oxígeno”, explica Morales García.

¿Cómo afecta el Tren Maya al jaguar?

El jaguar es una de las decenas de animales en riesgo por el proyecto Tren Maya. Jorge A. Benítez aclara que no es la única especie vulnerable ni es la más relevante porque algo así no existe, todas son importantes. Pero el jaguar ilustra a la perfección la manera en que las vías de los trenes serán una barrera para el movimiento de la fauna.

De esta forma, la población de jaguar que vive en Guatemala está conectada con la población que habita en la “Reserva de la Biosfera de Calakmul” en Campeche, y esta a su vez viaja a través del corredor biológico “Calakmul – Bala’an K’aax” hasta el otro extremo de Campeche, al Área Natural Protegida (ANP) “Laguna de Términos”. 

Pero este recorrido se verá afectado por el Tren Maya: la vía cercada del Tren Maya pasará justo entre la “Reserva de la Biosfera de Calakmul” y la ANP “Laguna de Términos”, dejando una barrera entre el hábitat de los jaguares.

La barrera para las poblaciones de jaguares que creará el Tren Maya será mitigada con pasos de fauna diseñados, de acuerdo con la Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto para su fase uno.

La cueva se ubica dentro de la zona sujeta a conservación ecológica Balam-kú (en Calakmul, Campeche) y está clasificada como un refugio multiespecie de alta abundancia de murciélagos porque aloja a ocho especies insectívoras y una nectívora que en total suman tres millones de individuos.

Al atardecer, los murciélagos que usan “El Volcán de los Murciélagos” como refugio salen en dirección al sur, atraviesan la carretera federal Escárcega-Xpujil 186 y se van a cumplir sus funciones ecológicas, consumen insectos, polinizan, etcétera.

Sin embargo, en la carretera federal Escárcega-Xpujil 186 (la que pasa frente a la cueva) han sido registrado múltiples atropellamientos de estos murciélagos, en especial de las especies que vuelan lento y al ras del suelo, sobre todo las hembras embarazadas, lactantes o post lactantes que también surcan el aire al nivel del suelo.

Además de la amenaza de atropellamiento, el Tren Maya pondrá en peligro la integridad de la cueva con el aumento de ruido y vibraciones del tren rápido porque el sitio ya ha tenido problemas de derrumbes y su trayectoria bajo el subsuelo va en dirección hacia la carretera, pronostica Jorge A. Benítez. 

Aunque ninguna de las nueve especies de murciélagos que habitan El Volcán de los Murciélagos está considerada como prioritaria para la conservación en México, sí hay investigaciones que advierten que estas poblaciones corren riesgo frente a vías de comunicación terrestre de alta velocidad cercanas a la cueva, tal como lo será la vía del Tren Maya.

El Tren Maya contaminará más el hogar de los animales

En la actualidad, el sureste de México recibe alrededor de 17 millones de turistas por año, según datos del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur). El turismo en la región implica consumo masivo de alimentos y por lo tanto producción de los mismos en grandes volúmenes; además, acarrea desarrollo urbano para el turismo, tráfico vehicular, ocupación de espacios naturales, producción de desechos sólidos y aguas negras, mayores emisiones de hidrocarburos y cambios en el uso del suelo.

El proyecto Tren Maya busca distribuir turismo del Mar Caribe a los cinco estados del sureste de México. “Poseemos esta gran riqueza cultural y, por eso, el proyecto tiene que ver con impulsar el turismo, que los que llegan a Cancún puedan visitar Yucatán y Campeche y Tabasco y Chiapas, para que se aproveche esa afluencia turística”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando presentó el proyecto.

En concreto, la MIA del proyecto estima que el Tren Maya capture 18.5 millones de viajeros durante su  primer año de funcionamiento (entre 2023 y 2024), aunque el documento técnico del proyecto presentado en el  congreso internacional de negocios de la industria ferroviaria ExpoRail prevé 24.1 millones de pasajeros para el mismo año. Además, Fonatur estima que en 2030 el Tren Maya reciba 73 millones de visitantes al año.

Aunado a esto, el Tren Maya incluye la creación de áreas urbanas cercanas a las estaciones del tren bautizadas como “polos de desarrollo”, o más recientemente “comunidades sustentables”. Este reordenamiento urbano consiste en nuevos centros de actividad económica y comercial con los que el gobierno espera que aumenten las áreas públicas y verdes, la oferta local de servicios y comercios, el valor inmobiliario de la zona, la inversión local, la generación de empleo y otros beneficios para la zona. 

Lo anterior se traduce en más crecimiento de población y de tráfico vehicular, cambio de uso de suelo y contaminación. “Aunque estos factores de impacto ya están presentes en muchas ciudades donde se construirán estaciones, existen otras poblaciones donde la población y el tráfico nocturno es muy bajo y están asociadas a Áreas Naturales Protegidas”, explica el ecólogo Jorge A. Benítez.

Por ejemplo, Calakmul tiene alrededor de 30 mil habitantes y 70 mil visitantes por año, según el Análisis Costo Beneficio del Tren Maya. Benítez explica que con esta población, el tráfico vehicular es de solo dos mil autos por día y este tráfico disminuye por la noche y la madrugada, que es cuando la fauna es más activa.

Los pasos de fauna planeados tendrán una separación entre sí que irá de un kilómetro a 500 metros, dependiendo el tipo de vegetación y uso de suelo de la zona donde serán construidos, de acuerdo con la MIA del proyecto. Esto no representará un problema para animales como el jaguar, pero otras especies pueden tener dificultades para utilizarlos. 

Dada la biodiversidad del sureste de México, el Tren Maya tendrá diferentes tipos de pasos de fauna: para animales grandes, para fauna pequeña, para anfibios y para especies que viven en árboles. Estos últimos, los especiales para animales arborícolas son distintos a los anteriores porque estos requieren que animales como el mono aullador negro y el mono araña se muevan a través de rodales de vegetación en lugar de puentes al ras del suelo o subterráneos.

El jaguar necesita 500 kilómetros cuadrados a la redonda para buscar agua, alimento, pareja y desenvolverse, a esto se le conoce como ámbito hogareño. Dado que el jaguar hace su vida en un espacio de 500 kilómetros, sus pasos de fauna pueden estar más separados, “pero esto deja desprotegidas a otras especies con rango hogareño menor (como el tapir)”, explica el ecólogo Jorge A. Benítez.

Jorge A. Benítez señala que “la separación de los pasos de fauna debería ser la de la especie prioritaria que tenga el rango hogareño más pequeño”. Él mismo señala en el libro de ECOSUR que el número de los pasos tendría que ser de alrededor de 115 para el primer tramo, lo que significa que se construirían cada kilómetro o kilómetro y medio. 

Para eso, sin embargo, hay que sortear ciertos obstáculos. Los pasos de fauna superiores son 20 veces más costosos que los inferiores y en algunos tramos de la ruta del Tren Maya chocarían con líneas de transmisión eléctricas cercanas a la vía. No obstante, para construir pasos inferiores separados por un kilómetro sería necesario construir túneles bajo las carreteras existentes que son paralelas al tren.

Además, los pasos de fauna tendrán que permitir a los animales cruzar tanto la vía del tren como las carreteras paralelas a él, advierte Jorge A. Benítez. De lo contrario, los animales evitarán el tren, pero no los coches.

“Los animales son nuestros hermanos”

“Nosotros aprendimos a convivir con los animales porque son nuestros hermanos, es decir, son nuestra familia. No son seres de adorno. Los animales son nuestros hermanos, son nuestros padres, son nuestros abuelos, son nuestros tíos, nuestros hermanitos, nuestras hermanas; así lo sentimos”, dice Pedro Uc Bé en entrevista con Serendipia. 

Pedro Uc Bé es escritor, campesino y activista integrante de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal, que ha interpuesto amparos contra el Tren Maya. Uc Bé se opone al proyecto, en parte, porque acabará con las especies de la zona con las que el pueblo maya tiene una gran conexión. “Los animales son también como dioses que le dan fuerza a la vida, que ensanchan la vida, que hacen crecer la vida y reproducen la vida”, dice Pedro. 

La preocupación de Pedro es por animales como las tuzas, las tortugas de tierra, las abejas, las hormigas, murciélagos, luciérnagas, lagartos y todos los animales impactados, asesinados o condenados a desaparecer en la vía, en los polos de desarrollo y la agroindustria del Tren Maya. “Hay miles de especies que ya están siendo extinguidas en el nombre del desarrollo y el beneficio social que dicen que va a traer el Tren (Maya)”, dice Pedro Uc Bé. 

Esta inquietud la comparte Ángel Sulub, concejal por el pueblo maya ante el Congreso Nacional Indígena y residente de Felipe Carrillo Puerto en Quintana Roo, uno de los municipios por los que pasará el Tren Maya. “Nosotros lo miramos como una gran amenaza para nuestro territorio, la naturaleza, lo ambiental, nuestros ecosistemas, todo lo que para el pueblo maya es sagrado, como es el agua, como son los animales, como es la selva… hay que respetar, proteger, convivir y coexistir como parte de este territorio que somos también las personas”, dice Ángel.

Ángel Sulub dice que como habitante del municipio Felipe Carrillo Puerto en Quintana Roo está alarmado porque ha visto como el turismo masivo y los proyectos agroindustriales han arrasado con los ecosistemas tanto en el sur de Quintana Roo como a nivel peninsular, y poco a poco se están acercando a su hogar. “El daño ambiental que ya estamos viviendo se va a agravar y se va a acentuar con todos estos megaproyectos que vienen a partir del Tren (Maya)”, advierte el defensor de la tierra. 

Todavía hay oportunidad de proteger a los animales

El proyecto Tren Maya incluye un Sistema de Gestión y Manejo Ambiental para evitar impactos incompensables, minimizar efectos negativos y mejorar la devastación actual de la península. La ejecución de todos los programas para atender las medidas de mitigación durante los tres años de construcción de la primera fase costará 7.6 millones de pesos, según la MIA.

Fonatur planea llevar a cabo 11 medidas para mitigar el impacto en la fauna, entre las que se encuentran rescatar y liberar animales, construir y monitorear pasos de fauna, y limitar la velocidad de los vehículos para evitar atropellamientos.

La ejecución del Programa de Manejo de Fauna para los tres años de la construcción de la primer fase del Tren Maya tendrá un costo de un millón 775 mil pesos destinados a un jefe de brigada, dos técnicos de campo, un estudio de monitoreo de fauna y material diverso (cámaras, brújulas, trampas, guantes, ganchos y costales).

Desde 2018, el gobierno federal de México ha adjudicado 764 contratos por 119 mil 866 millones de pesos para construir y operar el Tren Maya, según los procesos de contratación registrados en la plataforma de compras gubernamentales CompraNet, analizados por Serendipia en la página Contratos Tren Maya.  

De este dinero, 70 millones 354 mil 743 pesos (0.05 por ciento del total) han sido adjudicados para elaborar estudios de factibilidad e impacto ambiental, consultar expertos en materia de ecología y recursos naturales, identificar la cantidad y ubicación de los pasos necesarios para el proyecto, implementar un sistema de protección al medio ambiente, renovar el certificado de calidad ambiental turística y otros contratos relacionados con la protección del medio ambiente. Todo de la primera fase del Tren Maya.

Es decir, el gobierno ha destinado menos del uno por ciento de la inversión en el Tren Maya a calcular y mitigar las afectaciones ambientales. 

Pero aún se puede hacer más. “Lo que queremos es que con esta situación podamos detonar factores a favor de la biodiversidad, de la conservación y de muchas otras cosas que son necesarias en la zona”, dice Jonatan Morales. 

El Tren Maya es una oportunidad para alentar a las autoridades y la ciudadanía a restaurar el medio ambiente que ya ha sido dañado por la actividad humana y protegerlo de los efectos del nuevo megaproyecto.

Es por esto que Morales, junto a grupos de científicos y la sociedad organizada, están impulsando el diseño de más puentes de interconexión como los pasos de fauna, el reforzamiento de las autoridades ambientales, la persecución de la caza furtiva con la Guardia Nacional y la expansión de las Áreas Naturales Protegidas (ANP).

De hecho, las ANP son críticas para evitar el daño a los animales. “En realidad donde deberíamos estar poniendo atención es en el hábitat de todas las especies prioritarias”, aclara el biólogo Jorge A. Benítez.

De acuerdo con el experto, tanto por su magnitud como por el corto periodo de construcción previsto (tres años para la primera fase), el bloqueo del movimiento de la fauna que causará el Tren Maya afectará de manera directa a las ANP del Cañón del Usumacinta, Los Petenes, Balam Kú y Calakmul. Tan solo en uno de los tramos del proyecto, el tren de pasajeros pasará por la mitad de esta última: la Reserva de la Biosfera Calakmul.

De manera indirecta el Tren Mata afectará al menos nueve ANP localizadas en las zonas costeras de la región: Laguna de Términos, Los Petenes, Ría Celestún, Ciénagas y manglares de la costa norte de Yucatán, Reserva de Dzilam, Ría Lagartos, Yum-Balam, Sian ka’an y Uaymil. De acuerdo con el Jorge A. Benítez estas Áreas Naturales Protegidas “perderán conectividad con los hábitats del centro de la Península”.

Para mitigar este daño, la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar y otros expertos están buscando incrementar el número de hectáreas de conservación de la ANP de Calakmul. La propuesta es aumentar de 700 mil a al menos 1.3 millones de hectáreas para conservar mayor territorio para el jaguar, dice Jonatan.

El director de Fonatur, Rogelio Jiménez Pons, dijo en entrevista con Expansión que “en el caso específico de la reserva de Calakmul, (están) trabajando con la Secretaría de Medio Ambiente para aumentarla sustancialmente”, no solo en cantidad, sino también en  crecimiento cualitativo.

Además, Jonatan Job opina que el proyecto también es una oportunidad para encontrar formas de planificar la conservación de la biodiversidad del sureste de México y del país entero.