“La trata de personas no solo lucra con el cuerpo y la dignidad
humana, explota el alma misma de la persona”
Una de mis preocupaciones más sentidas, es haber llegado a la conclusión de que tanto los feminicidios como lo “infanticidios” en México son ya un crimen de Estado. Un crimen con una variante transversal: la esclavitud moderna.
Por ello, en esta ocasión retomaré el tema de la trata de personas.
La trata de personas es un problema que aparece en todo el mundo, lamentablemente, y de acuerdo con la Cumbre Hemisférica sobre Trata de Personas, México se encuentra dentro de los primeros cinco lugares. Pues es el país de América con el mayor número absoluto estimado de individuos cautivos en la esclavitud moderna con 376 mil 800 individuos, seguido por Colombia, y sólo superado por Haití y República Dominicana [2].
De acuerdo con algunas investigaciones de la PGR y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en México se presentaron hasta 500 mil casos de trata en 2017. Sin embargo, la información es tan escasa y las cifras son tan grandes, que hoy en día no se tiene un número exacto de víctimas.Asombrosamente, en pleno siglo XXI el comercio ilegal de personas con propósitos de explotación sexual, trabajos forzados, servidumbre o cualquier otra forma de esclavitud moderna, es cada vez más practicado y las medidas de seguridad para la protección de sus víctimas son cada vez más escasas ante las habilidades de sus victimarios.
De la trata de personas se desprende la explotación sexual, modalidad más rentable y practicada por los victimarios en el país; esta se puede presentar de diferentes formas, como lo son la prostitución forzada, servicios de acompañamiento, pornografía adulta e infantil, turismo sexual, lenocinio, etcétera. Veamos un caso emblemático en México: El municipio de Tenancingo, Tlaxcala.
Conforme a los resultados del Censo de Población y Vivienda de 2010 del INEGI, la población de Tenancingo es de tan solo 11 mil 763 habitantes, no obstante de ser considerado una de las regiones más pequeñas del estado, la fama de Tenancingo es mundial por ser considerado la “Cuna de los Padrotes”: personas que violan, secuestran, engañan, enamoran y explotan a cientos de mujeres.
Algunos padrotes operan con ayuda de sus propios familiares, es decir, redes enteras de trata de personas son operadas por familias completas que se dedican de lleno a este “oficio”. Esta es la principal razón por la cual es tan grave lo que sucede en un parte tan pequeña de nuestro México.
El crimen de estado se encuentra en el hecho de que este problema no está oculto a los ojos de todos, sino al contrario, para una gran parte de la población esta práctica es completamente normal y es algo de lo cual están orgullosos en Tenancingo, de hecho, hay dos grandes fiestas al año donde se reúne a los padrotes más influyentes del país; durante estos festejos, que pueden llegar a durar hasta cuatro días, se pretende demostrar quién de todos ellos es más poderoso o quién tiene a la mejor “mercancía”, muchos de ellos también aprovechan para relucir sus ostentosos vehículos deportivos, cadenas de oro y ropa de marca.
La forma en la que los “padrotes” operan suele variar, no obstante se utiliza de forma frecuente el “enamoramiento”, además de alejar a la víctima de su lugar de origen. Tan sólo tres meses o menos bastan para lograr enamorar de una forma tan fuerte a sus víctimas que después de engaños son inducidas a la vida nocturna. Todo esto, se logra con ayuda de algunos familiares o amigos, los cuales aseguran que el padrote está completamente enamorado de la víctima y que aquel sacrificio sólo será temporal.
Pero, hay otra forma, la cual es tan cruel y retorcida que logran destruir por completo la integridad y dignidad de sus víctimas. En esta modalidad, después de haber sido enamoradas y convencidas de abandonar a sus familias, aquel personaje lleno de amor del cual la víctima se enamoró, se convierte en su peor pesadilla. Son golpeadas, violadas, humilladas y amenazadas de una forma tan brutal que no pueden negarse a aceptar su terrible destino.
México vive un cambio que debe mirar con firmeza el problema de la trata de personas, ya que gracias a Tenancingo podemos darnos cuenta de la deshumanización en la que vive la sociedad hoy en día, se ha dejado de ver a una persona como tal, ahora se le observa sólo como un objeto del cual pueden sacar beneficio. Por ello se requiere de un nuevo paradigma que ataque de forma frontal este horrible problema.
Hoy no solo los tratantes son culpables, sino también todas aquellas personas que saben de este problema y que no hacen nada al respecto, se quedan callados y normalizan estas conductas desde casa. Empecemos a erradicarlo desde nuestra lingüística hasta la forma en la que somos educados, siempre buscando la igualdad y la no violencia. Pero sobretodo, apuntar hacia el acceso a la justicia y al combate a la impunidad.
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Alaska J. Zamora. Colaboradora de Integridad Ciudadana A.C. Actualmente es locutora de radio en Ibero 90.9 FM, en el programa #ContraParte. @Integridad_AC @AlaskaJuarez
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