Ya empezó la temporada de elecciones: precampañas, campañas, firmas, memes, chistes, eterno bombardeo de nombres, canciones y colores. Más allá de todo el caos visual, auditivo y hasta emocional que significa la carrera electoral, algo que tienen en común todas las etapas del proceso electoral es la opacidad.
Algunos de los aspirantes que se lanzaron de manera independiente –reitero, solamente algunos– tienen un pasado en partidos políticos, que pareciera que tratan de ocultar. Al hacer una revisión de los 31 aspirantes independientes en Puebla en el portal LadoB encontramos que varias personas están envueltas en escándalos de corrupción, señalados por “chapulinear” entre partidos, dependencias y administraciones municipales incluso en varias entidades, o son cercanos a figuras cuestionables de la política.
Es difícil conocer la trayectoria de muchos de los aspirantes independientes, al menos en Puebla, por una falta de información y de acercamiento. Lo mismo pasa con los candidatos y candidatas que sí forman parte de partidos políticos, que pareciera que tratan de ocultar el pasado cuestionable o a veces cínicamente ignoran señalamientos. Casi siempre, quienes que se lanzan a la contienda desde un partido ni siquiera intentan dar a conocer quiénes son, ni su trabajo previo.
Para hacer un proceso electoral más transparente y democrático, no sólo en cuanto a los recursos utilizados –que ese es otro tema–, haría falta decir quiénes son realmente las personas que quieren ocupar cargos públicos. Los ciudadanos tenemos derecho a saber en qué han trabajado, qué han logrado, con quién se han aliado y sobre todo poder comprobar resultados concretos. Si bien una buena parte de ese trabajo de investigación y difusión corresponde y es realizado por los medios de comunicación, hacen falta iniciativas de transparencia que se conviertan en acciones concretas de los mismos candidatos y candidatas.
Esto no significa quitar a la ciudadanía también la responsabilidad de informarse acerca de quiénes quieren ser gobernantes, pero en general todavía no tenemos esa cultura de la información. Sé que no todos piensan igual, pero desde hace años las elecciones han representado una etapa de gastos ocultos y exagerados, promesas que no se cumplen, dudas, repentinas fallas en el sistema y sobre todo un cansancio acumulado.
Pero no podemos dejar que cada época electoral se repita el hastío y terminemos arrastrados por el cansancio; todavía es posible exigir una mayor transparencia y rescatar iniciativas que valen la pena, como algunos de los aspirantes independientes, o personas que visibilizan diferentes realidades y problemáticas que el gobierno no quiere reconocer.
Esta elección será una de las más complicadas para el país, pero también es una oportunidad para demostrar que como sociedad ya no permitiremos más opacidad.
Comentarios