Caravanas Coca-Cola en México: ¿magia navideña o promoción de enfermedades?

Las caravanas Coca-Cola en México a menudo son percibidas como una tradición. Pero en realidad esconden campañas publicitarias no reguladas que promueven el consumo de los productos de la marca. Detrás de esa “magia” hay millones de litros de agua extraídos del país y bebidas asociadas con enfermedades que, solo el año pasado, cobraron la vida de casi medio millón de personas.

Caravanas Coca-Cola en México

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Las caravanas Coca-Cola en México a menudo son percibidas como una tradición. Pero en realidad esconden campañas publicitarias no reguladas que promueven el consumo de los productos de la marca. Detrás de esa “magia” hay millones de litros de agua extraídos del país y bebidas asociadas con enfermedades que, solo el año pasado, cobraron la vida de casi medio millón de personas.

Las caravanas Coca-Cola en México ya iniciaron. La  refresquera inició su campaña de publicidad navideña con un video, y después realizó los desfiles de camiones decorados con osos polares, pinos y por supuesto, botellas de Coca-Cola, que recorren las principales ciudades del país y el mundo.

A estas caravanas acuden familias en las que hay niñas, niños y adolescentes quienes pronto asocian la “magia de la navidad” con la marca que patrocinó ese desfile: Coca-Cola. Así, los menores de edad están expuestos a un tipo de publicidad, hasta ahora, no regulada en México. 

“La publicidad dirigida a infancia y jóvenes tiene efectos directos en la percepción positiva del producto del que están recibiendo esos impactos”, dice Ana Larrañaga, investigadora en salud alimentaria de la organización El Poder del Consumidor, que en octubre de este año publicó el estudio “La otra cara de la felicidad: Análisis de las Caravanas Navideñas Coca-Cola y sus impactos dañinos en niños, niñas y adolescentes”. 

De acuerdo con El Poder del Consumidor, estos eventos organizados por Coca-Cola despliegan una fachada de “fiesta comunitaria”, detrás de la cual hay un acto publicitario cuidadosamente diseñado, financiado y controlado por la compañía, cuyo propósito central es instalar la marca Coca-Cola y el consumo de sus productos en el recuerdo emocional y la vida cultural de las comunidades”.

Larrañaga explica que Coca-Cola es una marca “asociada con el desarrollo de diferentes enfermedades crónicas”, y que aunque se ha comprometido a no publicitar sus productos a infancias y adolescencias, estrategias como las Caravanas Navideñas son sumamente atractivas para estos grupos de la población. 

El otro lado de las Caravanas Coca-Cola en México: Santa Claus se lleva el agua de México

En el video promocional que marca el inicio de la campaña navideña de Coca-Cola, Santa Claus destapa una botella del refresco y enseguida empieza a enviar camiones de la marca a todo el mundo. Cuando llegan a uno de sus destinos, los habitantes están reunidos alrededor de un gran pino esperando por los regalos. Pero los vehículos no llevan muñecas y carritos para las niñas y niños que se portaron bien, sino botellas del producto. 

Más allá del video, cuando la compañía despliega sus caravanas navideñas en el mundo real ni las luces o los personajes adorables son suficientes para ocultar los efectos de estos productos. No solo son el inicio de las enfermedades que están matando a las y los mexicanos, además su producción le cuesta al país millones de metros cúbicos de agua al año.  

El objetivo de campañas como las caravanas navideñas es triple: posicionar culturalmente a la marcha, “blanquear” su reputación y fidelizar consumidores a largo plazo. De acuerdo con El Poder del Consumidor, “esta estrategia de greenwashing healthwashing busca ocultar- tanto a la comunidad como a tomadores de decisión – el verdadero impacto medioambiental y sanitario de sus productos”. 

El impacto medioambiental inicia con los 18 millones de metros cúbicos de agua que esta compañía tiene permiso para extraer en México. Hasta 2022, Coca-Cola tenía 43 concesiones de agua en todo el país y la mayoría están registradas a nombre de empresas embotelladoras aliadas (como FEMSA, Arca Continental y Bepensa) o representantes de la marca, lo que dificulta identificar de manera directa la magnitud real de su extracción.

No obstante, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha impulsado el “Acuerdo Nacional por el Derecho Humano al Agua y la Sustentabilidad”, por medio del cual Coca-Cola devolvió más de cuatro millones de metros cúbicos de agua de manera voluntaria. De acuerdo con la empresa, esto corresponde a concesiones no utilizadas o parcialmente aprovechadas. 

Además, Coca-Cola se comprometió a invertir más de 150 millones de pesos en un programa integral de desarrollo hídrico, que incluye proyectos de reinyección de agua a mantos acuíferos, restauración de suelos para mejorar la infiltración natural del agua y la instalación de sistemas de captación pluvial en más de 700 escuelas del país.

“Ya devolvemos más agua de la que tomamos. Nuestro compromiso es ser neutrales en términos hídricos”, dijo Patricio Caso, director de Asuntos Públicos, Comunicación y Sustentabilidad de Coca-Cola México, en entrevista con La Jornada.

Larrañaga insiste en que a pesar del discurso de la empresa, los daños provocados por sus productos son demostrables. Y las estrategias publicitarias como las caravanas Coca-Cola en México deben ser reguladas para evitar que la publicidad corporativa sea disfrazada de celebración comunitaria y utilice espacios públicos para promover el consumo de bebidas dañinas para la salud y el medio ambiente. 

“Se necesita primero el reconocimiento explícito por parte de las autoridades de que lo que constituye un esfuerzo publicitario es mucho más amplio que un contrato de un tiempo en un canal de televisión (…) Las autoridades locales, que suelen otorgar los permisos para que se inicien estas caravanas, deben entender que es un acto publicitario de una compañía privada, no una tradición o un festejo popular, aunque así se disfrace.

En noviembre de 2024, El Poder del Consumidor presentó denuncias contra las caravanas Coca-Cola en México ante la Comisión para la Prevención de Riesgos Sanitarios (Cofepris). Un mes después, la organización lo hizo también ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Como resultado, la caravana que sería presentada el 15 de diciembre en la Ciudad de México fue cancelada por no tener autorización, según informaron en ese entonces las autoridades capitalinas. 

Pero el desfile fue realizado en otras ciudades del país, como Puebla. En ese entonces, menores de edad que asistieron con sus familias dijeron estar “emocionados” por el evento y algunos aseguraron que no era la primera vez que asistían. 

De continuar con las caravanas, “la propia autoridad permite que se posicione una marca, no la registra como acto publicitario, pero sí tiene el impacto de fomentar el consumo del producto”. Porque mientras Coca-Cola reparte “felicidad embotellada”, las muertes por enfermedades prevenibles siguen aumentando y las comunidades en México continúan enfrentando problemas de acceso al agua. La nieve falsa y las luces rojas no llevan magia a cada rincón del mundo: esconden publicidad para una marca que existe gracias al agua y la salud de millones de personas.

La “magia de la Navidad” aumenta el riesgo de sufrir un infarto, diabetes o cáncer

Pero, ¿qué relación existe entre esta empresa que promueve la “magia navideña” y las enfermedades crónicas que más afectan a la población mexicana?

Las causas de muerte más comunes en México son las enfermedades del corazón, la diabetes mellitus y los tumores malignos, según las Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). 

El año pasado, 400 mil 441 personas murieron por estos padecimientos: 192 mil 563 por enfermedades cardiovasculares, 112 mil 641 por diabetes y 95 mil 237 por tumores malignos. Todos ellos están relacionados con factores de riesgo como los malos hábitos alimenticios, el sobrepeso, la obesidad y el tabaquismo. 

Al menos desde 2017, la mayoría de las muertes en el país han sido provocadas por estas tres enfermedades no transmisibles, según los datos del INEGI. Durante 2020 y 2021 la enfermedad COVID-19 ocupó el segundo y el primer lugar en esta lista respectivamente, pero después de ese año la triada se ha mantenido igual. 

Los datos del INEGI también muestran que el porcentaje de muertes provocadas por las enfermedades del corazón ha incrementado en los últimos años. Mientras en 2017 el 20 por ciento de los fallecimientos a nivel nacional eran provocados por estas afecciones, en 2024 la proporción fue de 24 por ciento. Por otro lado, la diabetes pasó del 15 por ciento al 14 por ciento en el mismo periodo y los tumores malignos se han mantenido en el 11 por ciento del total de muertes en este lapso.

Estas enfermedades no transmisibles son consideradas por expertos como “una pandemia invisible”. Por ejemplo, entre 2019 y 2020 los infartos al miocardio fueron los eventos cardiovasculares más letales, con un aumento del 49.44 por ciento. El médico Luis Daniel Sánchez Arreola, presidente de la Sociedad Mexicana de Medicina de Urgencia, explica que “a diferencia del COVID-19, para esta pandemia no existe una vacuna”. 

Entonces, “por un lado estamos viendo (que) los centros de salud no tienen capacidad suficiente para recibir esta cantidad de pacientes y darles un tratamiento adecuado, y por el otro, las mismas autoridades están permitiendo y promoviendo estos desfiles que promueven y posicionan el producto que está en parte generando esa carga de enfermedad”, dice Larrañaga. 

La investigadora insiste en que es necesario fortalecer el sistema de salud, pero los hábitos de alimentación en el país también son una parte fundamental. Sin políticas efectivas de prevención y control, las enfermedades cardiovasculares, estrechamente vinculadas a malos hábitos alimenticios y al alto consumo de bebidas azucaradas, seguirán siendo la principal causa de muerte en México durante los próximos 30 o 40 años, coincide Sánchez Arreola. 

Lo mismo ocurre con la diabetes y algunos tumores malignos (como el de mama y el de colon). Según un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), el azúcar contenida en los refrescos puede provocar aumento de peso y resistencia a la insulina, una condición relacionada con la diabetes tipo dos. Además, cuando el cuerpo produce demasiada insulina, esta puede estimular el crecimiento de células y evitar que las células dañadas mueran como deberían, lo que favorece la aparición de cáncer.

Por otro lado, los refrescos de cola contienen un colorante de caramelo que se fabrica con compuestos de amonio. En ese proceso se genera una sustancia llamada 4-metilimidazol (4-MEI), que estudios científicos han identificado como posiblemente cancerígena.

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