Al 31 de julio de 2022, 64.8% del territorio mexicano enfrentaba algún grado de escasez de agua. Hasta esa fecha, tres estados (Aguascalientes, Baja California y Querétaro) reportaban el 100 por ciento de sus municipios con sequía de moderada a excepcional.
Fuente: Monitor de sequía de México, Comisión Nacional del Agua
Durante julio, el volumen de agua contenido en las 125 presas* más importantes del país se redujo en 8.4 por ciento con respecto al mismo mes de 2021.
Fuente: Monitor de sequía de México, Comisión Nacional del Agua
*Entre las funciones de una presa se encuentra almacenar el agua para aprovecharla en actividades humanas como el consumo doméstico.
“En 2011, México atravesó una sequía tan fuerte que cubrió con algún grado de sequía cerca del 90 por ciento del territorio. Por tanto, ¿esta sequía actual es la más fuerte de la historia del país? La respuesta es no. Pero es importante por la cobertura que ha alcanzado”.
Mario López Pérez, consultor en temas de gestión del agua y recursos hídricos del Banco Mundial.
Los datos del último reporte de la Conagua evidencian que hay sequía en México. Al 31 de julio, 64.8 por ciento del territorio nacional enfrentaba escasez de agua. Para el 15 de agosto, 70 de las 125 presas más importantes del país se encontraban a menos del 50 por ciento de su capacidad total.
Actualmente hay sequía en México. Al 31 de julio de 2022, 64.8 por ciento del territorio nacional enfrentaba algún grado de escasez de agua, comprendiendo desde áreas anormalmente secas hasta zonas afectadas por sequías excepcionales caracterizadas por una carencia total de este recurso, de acuerdo con el último reporte del Monitor de Sequía en México de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
“La sequía, a diferencia de otros fenómenos relacionados con el agua, se puede entender de forma metafórica como una muerte en cámara lenta. Sus efectos no llegan de manera inmediata como puede ocurrir en el caso de un deslave o con el desborde de un río. Como la sequía es la ausencia de lluvias durante un periodo prolongado, sus impactos sólo se agudizan con el tiempo”.
Anaid Velasco, coordinadora de investigación del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA)
La sequía no es un fenómeno extraordinario en el país, pues existe evidencia documentada de su ocurrencia a lo largo de la historia. Por ejemplo, la “Gran Hambre” de 1785, cuando el México colonial enfrentó una grave hambruna por la pérdida de cosechas debido a la falta de lluvias.
Sin embargo, a pesar de la recurrencia de este fenómeno en la historia del país, resulta preocupante la sequía actual que atraviesa México. Esto tanto por su duración como por la cobertura territorial que ha alcanzado.
Hasta el 15 de mayo de 2022, 81.3 por ciento del territorio nacional enfrentaba algún grado de escasez de agua, con 56.8 por ciento afectado por una sequía de moderada a excepcional. Asimismo, cinco estados del país (Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Coahuila y Sonora) reportaban entonces sequía en todos sus municipios.
Javier vive en Apodaca, Nuevo León, y recuerda los rumores que surgieron hace meses, cuando se decía que la zona metropolitana de Monterrey se encontraba en riesgo de una severa escasez de agua. Al principio el recurso faltó solo en algunas colonias, por lo que Javier continuó con sus actividades de forma habitual. Pero un día, al abrir la llave, no cayó ni una gota de agua.
“En mayo se comenzó a divulgar que debíamos cuidar el agua de las presas porque venía una crisis. Se rumoraba que faltaba un mes, una semana o unas horas para que ésta se manifestara“, dice Javier en entrevista con Serendipia. “Mis compañeros se quejaban, pero como entonces yo tenía agua en casa, pensé que no era cierto. Hasta que una mañana abrí el grifo y descubrí que lo que decían era verdad”.
La presa José López Portillo (conocida como ‘Cerro Prieto)’, una de las principales fuentes de abastecimiento para la población de Monterrey, reportó el 15 de mayo un nivel de 11.7 hectómetros cúbicos, lo que significa que se encontraba sólo a un 3.9 por ciento de lo que puede almacenar. Sin embargo, para el 15 de agosto (tres meses después) este volumen se redujo hasta los 2.7 hectómetros cúbicos, lo que representa apenas el 0.9 por ciento de su capacidad total. Esto de acuerdo con el Monitoreo de las principales presas de México del Sistema Nacional de Información del Agua.
“Las presas son importantes porque satisfacen diversas necesidades humanas. Cuando una no cuenta con el volumen suficiente, se ven comprometidos todos los usos que dependen de esa presa: domésticos, agrícolas o de generación de energía”, explica Raúl Rodríguez Márquez, presidente del Consejo Consultivo del Agua, en entrevista con Serendipia. “Pero las presas también sirven como indicadores de medición, pues de acuerdo con su nivel, se puede dar seguimiento a los patrones de lluvia”.
Actualmente, Nuevo León no es la única entidad que reporta una disminución en el volumen de agua contenida en sus presas. Por ejemplo, el embalse Luis L. León (conocido como ‘El Granero’ y ubicado en el estado de Chihuahua) opera con un máximo de 284 hectómetros cúbicos. Sin embargo, el pasado 15 de agosto registró sólo 36.6 hectómetros cúbicos, lo que representa apenas el 12.7 por ciento de su capacidad total. Se trata del nivel de almacenamiento más bajo en toda su historia.
Justo tres meses antes, durante el pico más alto de la sequía registrado el día 15 de mayo, esta misma presa contaba con 67.5 hectómetros cúbicos, lo que significa que se encontraba al 23.7 por ciento de lo que puede almacenar. En agosto del año pasado, El Granero registraba entonces un volumen contenido de 96.1 hectómetros cúbicos*. Es decir, reportaba el 33.8 por ciento de su capacidad total.
El agua de esta presa se destina primordialmente al riego agrícola. Pero también mediante ésta Chihuahua cumple con el Tratado de Aguas de 1944, que lo obliga a entregar a Estados Unidos una tercera parte del recurso hídrico que llega a la corriente principal del Río Bravo.
La sequía como ausencia prolongada de lluvias y la progresiva disminución en el volumen de agua de las presas están íntimamente relacionadas. De acuerdo con Mario López Pérez, consultor en temas de gestión del agua y recursos hídricos del Banco Mundial, continuar hablando sobre un bajo nivel de agua en las presas durante el mes de agosto resulta preocupante. Esto porque el periodo de lluvias en México normalmente comienza entre el 15 de abril y el primero de junio.
“La presencia de lluvia en los estados no es uniforme, pero para el mes de junio en general la temporada se ha establecido por completo a nivel nacional”, explica López en entrevista con Serendipia. “Como el pico de la sequía fue entre mayo y junio, este año el periodo de lluvias se retrasó significativamente. Esto provocó que el recurso hídrico que, en teoría, debió entrar a las presas en esos meses, no lo hiciera”.
70 de las presas más importantes del país están a menos del 50 por ciento de su capacidad
Javier recuerda que la primera estrategia del gobierno de Nuevo León para hacer frente a la sequía fue establecer horas específicas para el suministro de agua. En su caso, desde la madrugada hasta el mediodía. Sin embargo, el horario se respetó sólo en una o dos ocasiones antes de que el agua escaseara de nuevo.
Si bien en este año el pico más fuerte de la sequía se dio durante mayo (cuando el 81.3 por ciento del territorio nacional enfrentó algún grado de escasez), para julio y agosto el volumen de agua reportado en las presas es todavía muy bajo. En algunas, incluso, el nivel de almacenamiento se ha reducido todavía más.
Al 15 de agosto de 2022, 70 de las 125 presas más importantes del país (el 56 por ciento) se encontraban a menos del 50 por ciento de su capacidad total. 34 de ellas (el 48.5 por ciento) se ubicaban en la región del norte de México, que comprende los estados de Baja California, Coahuila, Chihuahua, Durango, Nuevo León, Sinaloa, Sonora y Tamaulipas.
Para llevar a cabo el análisis, Serendipia seleccionó las presas cuyos datos sobre almacenamiento se encuentran disponibles desde 2008 en el Sistema de Información del Agua, con un resultado total de 125 presas. Como la actualización de su nivel se realiza de forma diaria, este medio digital calculó el promedio mensual de su volumen para conocer las variaciones que presenta a lo largo del tiempo.
En la siguiente gráfica se puede comparar, de forma mensual desde 2008, el promedio registrado en el volumen de almacenamiento de cada una de las 125 presas. El objetivo es conocer su evolución durante cada mes de los últimos 14 años.
Promedio mensual de porcentaje de llenado de las 125 presas mas importantes en México (desde 2008)
Los datos del Sistema de Información del Agua evidencian que la presa Gonzalo N. Santos (también conocida como ‘El Peaje’ y ubicada en San Luis Potosí), registró durante enero de 2022 su volumen de almacenamiento más bajo en ese mes desde 2008. Esto con apenas 1.9 por ciento de su capacidad total.
Un fenómeno similar ocurre en otras áreas de México, incluido el sur. Es el caso de la presa más grande del país, la Belisario Domínguez (también denominada ‘Angostura’), que se ubica en el estado de Chiapas. El pasado julio, esta presa reportó su menor volumen de almacenamiento en ese mes desde el año 2008, con un nivel de apenas 41.1 por ciento de su capacidad total.
En realidad, durante julio de 2022, 76 de estas mismas 125 presas (el 60.8 por ciento) registraron un promedio mensual de agua menor al 50 por ciento de lo que pueden almacenar. Dicho número incluye 37 presas (es decir, el 48.6 por ciento) que se encuentran ubicadas en la zona norte del país.
Existen poblaciones de México que son más vulnerables a la sequía, por lo que una disminución en el volumen de las presas de Querétaro no tiene, por ejemplo, un impacto inmediato sobre sus habitantes como en el caso de Monterrey. Para entender esta diferencia entre ambas ciudades resulta necesario especificar que existen dos formas de abastecimiento del recurso hídrico. La primera es con agua superficial procedente de arroyos, ríos o embalses. La segunda, con agua subterránea proveniente de pozos o acuíferos.
Por ejemplo, la presa Constitución de 1917 (ubicada en Querétaro) es el cuerpo de agua más importante del estado con un nivel máximo para operar de 66 hectómetros cúbicos. Para el 15 de mayo, contaba con un volumen de 22.4 hectómetros cúbicos, por lo que se encontraba al 34 por ciento de lo que puede almacenar. Sin embargo, el pasado 15 de agosto la cantidad de agua en esta presa se redujo hasta los 9.7 hectómetros cúbicos. Es decir, se encontraba apenas al 14.7 por ciento de su capacidad total.
No obstante, el agua de esta presa se destina para el riego de cultivos por lo que, en este caso, el sector agrícola es el primero en sufrir los impactos. “La población de ciudades como Querétaro, Zacatecas, Guanajuato, León o San Luis no sentirán los efectos a corto plazo debido a que su principal fuente de abastecimiento son las aguas subterráneas”, explica el consultor Mario López. “Su vulnerabilidad se debe a otros motivos y la sobreexplotación de los acuíferos es el más importante”.
Por consiguiente, todas las poblaciones que dependen del agua superficial como fuente de abastecimiento principal son las primeras afectadas por la sequía. Además de Monterrey, en la lista se encuentran también Hermosillo, Guadalajara, Ciudad de México, Tijuana, Mexicali y todas las poblaciones de la frontera tamaulipeca, desde Nuevo Laredo hasta Matamoros, entre otras más.
De hecho, los efectos de la sequía se han sentido también en el centro del país. El pasado 12 de agosto, la Conagua informó sobre su decisión de reducir el suministro de agua en 13 alcaldías de la Ciudad de México; una situación que, en realidad, alcaldías como Iztapalapa han enfrentado desde hace años. Pero la disminución actual se debe al bajo nivel de las presas que conforman el Sistema Cutzamala. Por ejemplo, la presa Villa Victoria registraba al 15 de agosto sólo 67.5 hectómetros cúbicos, lo que representa apenas el 36.3 por ciento del volumen máximo de agua que puede almacenar.
“Estas poblaciones enfrentan un alto riesgo de sequía urbana porque gran parte de su abastecimiento proviene de agua superficial producto de la acumulación de la lluvia”, afirma Raúl Rodríguez del Consejo Consultivo del Agua.
“En el caso de Monterrey, casi el 70 por ciento de la zona metropolitana depende sólo de tres presas. Y al analizar su evolución, es posible notar cómo éstas fueron bajando, bajando y bajando. No existe evidencia más clara del impacto de la sequía”.
Raúl Rodríguez Márquez, presidente del Consejo Consultivo del Agua
Javier recuerda que, durante la primera semana de julio, la falta de agua se agudizó tanto que obtener agua potable era casi imposible. “Cuando no encontramos garrafones en nuestra colonia, decidimos ir a Wal-Mart a comprar galones de agua. Buscamos y buscamos pero sólo quedaban botellitas de medio litro”, dice Javier. “Es tema de todos los días: llegas al trabajo y escuchas a tus compañeros decir que se aventaron hasta hora y media en auto buscando garrafones de agua potable. Eso si es que tienes un auto”.
Promedio mensual de porcentaje de llenado de las presas mas importantes de Nuevo León
La mayor parte de las presas monitoreadas por la Conagua son de uso agrícola y para la generación de energía; por lo que en menor medida se encuentran las destinadas al abastecimiento público urbano. No obstante, también resulta necesario hacer un seguimiento en su volumen por el impacto que tienen sobre la población. Por ejemplo, un bajo nivel en presas agrícolas impide el riego de los plantíos, lo que provoca pérdidas en las cosechas y un fuerte impacto en los precios de los alimentos.
“Todavía en el mes de junio, Sinaloa enfrentaba una crisis porque necesitaba agua para el riego de la siembra que se da entre primavera y verano. Pero entonces no había agua con qué hacerlo”, explica Mario López.
“Aunque ahora el estado tiene tormentas severas que han llenado poco a poco sus presas, esto ha ocurrido a destiempo. El agua que almacenan servirá para el próximo ciclo agrícola, pero no para el presente”.
Mario López Pérez, consultor en temas de gestión del agua y recursos hídricos del Banco Mundial
El volumen de agua contenido en una presa hasta el mes de septiembre resulta de vital importancia, pues a partir de su cantidad se determina cuánta agua se autoriza para el segundo ciclo agrícola de un año, que comprende las temporadas de otoño e invierno. Sin embargo, con el bajo nivel que reportan las presas durante el mes de agosto, Mario López teme que para el 30 de septiembre éstas no alcancen a llenarse de nuevo.
“Si esto ocurre, la producción agrícola se reducirá otra vez y esto tendrá un fuerte impacto en la economía de todo el país. El gobierno deberá tomar la decisión de importar o no alimentos que anteriormente se cultivaban en México pero que, derivado de la sequía y el bajo nivel de las presas, ahora no se van a poder producir”
Mario López Pérez, consultor en temas de gestión del agua y recursos hídricos del Banco Mundia
Al 15 de agosto, sólo cinco presas en el país (el 2.3 por ciento del total) registraban un nivel de almacenamiento mayor al 100 por ciento de lo que requieren para operar. Se trata de La Villita (Zacatecas), El Portillo (Chiapas), El Guineo (Guerrero), Los Olivos y La Peña (Michoacán). Por tanto, Serendipia solicitó una entrevista con la Conagua para conocer su proceso de medición e identificar si el bajo volumen reportado en las demás presas se debe a que el agua ha sido liberada para evitar su desborde. No obstante, hasta el cierre de edición de este reportaje, la entrevista no fue otorgada.
Ahora bien, de acuerdo con el consultor Mario López, la liberación de agua no ha impactado en los datos actuales debido a la poca cantidad de lluvia que se ha registrado en el país. Desde el primero de junio de cada año, la Conagua puede emitir una serie de lineamientos con la intención de evitar que las presas se llenen de manera súbita a inicios de la temporada de lluvias. Algo que no ha ocurrido en los últimos meses.
“Se busca que el volumen suba poco a poco para que las presas se encuentren llenas al 30 de septiembre. Si de repente se llenan muy rápido, la Conagua emite una alerta para que se desaloje su agua”, explica López. “Pero dado que ahora no llueve, la Conagua no ha emitido ninguna alerta pues muy pocas registran esa cifra. Todas las demás se encuentran por debajo del 60 por ciento de su capacidad”.
La escasez en México no se debe sólo a las presas: 42 por ciento de los acuíferos del país no tienen agua
Si bien en un principio las ciudades que dependen del agua subterránea, como Guanajuato, no se verán afectadas por la sequía, la sobreexplotación de los acuíferos manifiesta sus consecuencias a mediano plazo. De acuerdo con los datos más actualizados del Sistema de Información del Agua, el 42.11 por ciento (275) de los 653 acuíferos (formaciones geológicas que almacenan agua del subsuelo) existentes en México fue declarado oficialmente sin disponibilidad de agua en 2020.
Acuíferos con y sin disponibilidad de agua (2015 – 2020)
Acuíferos con disponibilidad
Acuíferos sin disponibilidad
Además, durante 2020 esos mismos 275 acuíferos también se encontraban sobreexplotados. Es decir, que la extracción de recurso hídrico excedió en 10 por ciento o más el volumen de agua que pueden recargar de forma natural. Aunado a esto, de los 378 acuíferos restantes, el 64 por ciento (241) contaba apenas con una disponibilidad de entre 0.1 y 10 hectómetros cúbicos.
En el caso de los 23 acuíferos que se encuentran en Nuevo León, por ejemplo, trece de estos (el 56.5 por ciento) fueron declarados oficialmente sin disponibilidad de agua durante 2020. Tan sólo en ese año, de estos trece acuíferos se extrajeron 393.1 hectómetros cúbicos de agua más de la que pueden recargar de forma natural.
“Llega un punto en el que ya no sabes qué hacer. A cada rato mides el agua y te preguntas: ¿la uso para tomar o para mis demás necesidades? Hace dos semanas permanecimos hasta tres días sin agua. De los 18 años que he estado aquí, jamás había vivido una crisis similar antes”.
Javier, residente de Apodaca, Nuevo León.
En realidad, los especialistas entrevistados coinciden en que el cambio climático es uno de los factores que explican por qué hay sequía en México a tal magnitud. La destrucción de los ecosistemas y la contaminación de los ríos, entre otras acciones humanas, han generado desequilibrios que resultan en fenómenos de sequía e inundación cada vez más frecuentes e intensos.
“Sí, el cambio climático ha tenido un impacto en los patrones naturales”, afirma Anaid Velasco. “México es uno de los países que más ha aumentado su temperatura en los últimos años y esto se debe a su posición geográfica. Pero, además, las sequías son impredecibles, por lo que de por sí no es posible saber cuánto van a durar”.
“El problema también es que Nuevo León ha crecido inmensamente”, reflexiona Javier. “Por ejemplo, antes, al salir de mi colonia, podías encontrar montes llenos de vegetación. Pero ahora te asomas y ves que están construyendo más plazas, una justo enfrente de la otra. Entonces te das cuenta que algo estamos haciendo mal”.
Además, la presencia de “La Niña” durante dos años consecutivos también ha influido en la sequía actual que atraviesa el país. “La Niña” es un fenómeno meteorológico que consiste en el enfriamiento de las aguas del Océano Pacífico, lo que en ciertas regiones de México produce un clima seco con menor cantidad de lluvias. Esto de acuerdo con Benjamín Martínez López, doctor e investigador titular del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Apenas el pasado 11 de agosto, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) informó que los pronósticos indican que “La Niña” continuará durante las próximas temporadas de otoño e invierno. A partir de 2020, este fenómeno meteorológico ha permanecido en el Pacífico Ecuatorial, una situación extraordinaria que sólo había ocurrido en dos ocasiones desde 1950. Esto explica también por qué la sequía en México se ha prolongado durante más de dos años.
Con la intención de conocer si la precipitación pluvial ha disminuido, el doctor Benjamín Martínez y su equipo han desarrollado un programa que simula la evolución de la lluvia en México desde 1950, un periodo de tiempo suficiente para analizar su tendencia. Los resultados han arrojado que algunas regiones del país, principalmente del norte, reportan una disminución pluvial de entre el 40 y el 20 por ciento en las últimas dos décadas.
“Gran parte del territorio registró un aumento en las lluvias después de 1950, llegó a un máximo y en los últimos años viene de bajada. Los estados del norte son los peores y, en particular, el más afectado es Chihuahua porque hoy en día registra una reducción por encima del 40 por ciento con respecto a su máximo que, según la zona, llegó entre los años 80 y el año 2000”.
Benjamín Martínez López, doctor e investigador titular del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.
De hecho, el Servicio Meteorológico Nacional informó el pasado 15 de agosto que, entre el 1 de enero y el 14 de agosto de este año, México ha registrado un déficit del 8.4 por ciento en su cantidad de lluvia. Esto en comparación con la media nacional histórica registrada durante ese mismo periodo.
“Llueve sólo por lapsos muy cortos”, dice Javier. “Hace unos días llovió pero sólo fue por 10 minutos y mis cubetas ni siquiera se alcanzaron a llenar. Ahora todos estamos supeditados a las lluvias que se supone tendrían que estar entrando a finales de agosto o inicios de septiembre. Pero no es seguro que lleguen”.
Con base en los datos analizados por Serendipia, el volumen total contenido en las presas durante el mes de julio también ha venido en descenso. Al tomar en cuenta la cantidad de agua en las presas más importantes del país, en julio de 2015 se almacenó un volumen nacional promedio de 472.6 hectómetros cúbicos. Una cantidad que, al séptimo mes, México no ha vuelto a registrar desde ese año.
Promedio anual de volumen en las presas nacionales
La mayor disminución se dio durante julio de 2021, cuando el volumen nacional promedio en las presas se redujo en 20.2 por ciento con respecto a lo registrado en julio del año anterior (2020). Pero al séptimo mes de 2022, este volumen bajó un 8.3 por ciento más. Aunque son los niveles de almacenamiento más bajos reportados desde julio de 2008, ya se habían registrado reducciones importantes en julio de 2012 y en julio de 2013.
Anaid Velasco del Centro Mexicano de Derecho Ambiental coincide en que esta sequía es un fenómeno multifactorial influenciado por el cambio climático. Pero aunado a esto y a la condición geográfica natural de cada región del país, uno de los problemas que provocan la actual escasez resulta también la mala gestión del recurso hídrico.
“Hay zonas con limitado acceso al agua y falta de lluvias donde permitimos actividades que entran en competencia, como la agricultura extensiva”, afirma Velasco. “El recurso hídrico se reparte sólo para actividades humanas sin tomar en cuenta que el ecosistema necesita cierta cantidad de agua para poder subsistir”.
Esto sumado a la poca regulación que existe sobre las concesiones de agua otorgadas en el país debido a la falta de personal de la Conagua.
“Aunque tengan permisos para extraer, si no se toma en cuenta la recarga, el recurso hídrico se acabará. Seamos sinceros, ¿se lleva a cabo un monitoreo preciso de la cantidad real de agua que explota cada titular? No. Dudo que el gobierno tenga conocimiento del volumen exacto que extraen, aunque debería saberlo”.
Benjamín Martínez López, doctor e investigador titular del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.
Para Anaid Velasco, al hablar de la sequía que hay en México se debe abordar la gestión poco adecuada que se ha hecho del recurso hídrico. “Es muy fácil irse con la finta y decir que sólo es el cambio climático”, dice Velasco. “Pero incluso aunque fuera así, ¿qué hemos hecho al respecto? Seguimos quemando gas natural, construyendo refinerías o parques industriales y permitiendo grandes desarrollos en zonas vulnerables”.
Hay sequía en México: 41 por ciento del territorio nacional se encuentra afectado
El Monitor de Sequía surge como un compromiso nacional derivado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Esto porque entre sus acuerdos se encuentra llevar a cabo investigaciones conjuntas sobre ciertos fenómenos, incluida la sequía que afecta en distinto grado a los tres países involucrados: Estados Unidos, Canadá y México.
Estados Unidos (EU) implementó por primera vez su Monitor de Sequía, el U.S. Drought Monitor (USDM), en 1999. No obstante, México comenzó a generarlo hasta el año 2002 dentro de las actividades del Monitor de Sequía de América del Norte (NADM), un instrumento elaborado por los tres países con la participación de instituciones como el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y la Conagua.
Por cerca de una década, el Monitor de Sequía en México se dedicó a generar información sobre este fenómeno en el país sin que ésta tuviera incidencia real en la política pública. Hasta que, en 2011, poco más del 85 por ciento del territorio nacional enfrentó algún grado de escasez de agua, con 47.2 por ciento afectado por sequías extremas a excepcionales. De acuerdo con la Conagua, se trató de la peor sequía registrada en las áreas norte y centro del país desde 1940.
“En 2011, México atravesó una sequía tan fuerte que cubrió con algún grado de escasez cerca del 90 por ciento del territorio”, explica Mario López. “Por tanto, ¿la sequía actual es la más fuerte en la historia del país? La respuesta es no. Pero resulta importante por la cobertura que ha alcanzado”.
Durante 2011, Chihuahua y Coahuila enfrentaron episodios de sequía excepcional en los meses de junio, julio, octubre y noviembre. Sin embargo, ese año el problema se extendió hasta el sur del país, cuando entidades como Quintana Roo y Yucatán se vieron afectadas también por sequías severas a extremas durante los meses de abril, mayo y junio.
“La sequía tiene muchos efectos. Entre los más próximos está la falta de agua para los cultivos que impacta sobre la soberanía alimentaria de una región. Pero con el tiempo provoca también pérdida de empleos, porque los agricultores ya no pueden sembrar”, explica Anaid Velasco. “Esto origina desplazamientos internos en busca de agua. Pero no se trata de consecuencias que veas de un día para el otro”.
A raíz de la sequía del 2011, se publicaron en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 25 de enero de 2012 una serie de lineamientos para mitigar sus impactos. Entre las acciones propuestas, se decretó establecer una reserva especial para prevenir y dar seguimiento a los efectos de la sequía dentro del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), creado en 1999 con la intención de atender fenómenos naturales imprevisibles.
Aunado a esto, con la publicación de la Ley General de Cambio Climático el 6 de junio de 2012, se comenzó a hacer hincapié en el tema de la vulnerabilidad de cada región del país. Es decir, en qué tan susceptible es la zona a los efectos de un evento natural. Ya desde entonces se consideraba a la sequía como uno de los fenómenos meteorológicos que, a raíz del cambio climático, podría presentarse con mayor frecuencia.
Para el 22 de noviembre de 2012 se dieron a conocer también los criterios y mecanismos mediante los que la Conagua puede actualmente emitir acuerdos por la emergencia de sequía en el país. De acuerdo con su artículo tercero, esto sólo puede llevarse a cabo si una región alcanza la clasificación de sequía severa.
Entre las medidas establecidas entonces se encuentra además la restricción parcial o total de los volúmenes de agua concesionados en la zona afectada.
“¿Por qué es importante saber todo esto? Bueno, para entender que ya teníamos conocimiento de que esta situación podía ocurrir. También para ser conscientes de que las medidas puestas en marcha ahora no son nuevas, sino que más bien estaban estipuladas desde años antes”.
Mario López Pérez, consultor en temas de gestión del agua y recursos hídricos del Banco Mundial.
Si bien la sequía actual que atraviesa México no es la más fuerte de las últimas décadas, sí es atípica porque se ha extendido en el país durante más de dos años. De acuerdo con Raúl Rodríguez del Consejo Consultivo del Agua, este fenómeno se remonta desde principios del 2020 debido a la presencia de “La Niña”, motivo por el que los impactos de la sequía sólo se han acumulado con el tiempo.
Desde noviembre de 2021, Nuevo León comenzó a presentar problemas hídricos debido a un episodio de sequía moderada que se agudizó en la entidad. Esto porque no había logrado recuperarse del periodo de sequía severa extendida en el estado durante poco más de medio año: de diciembre de 2020 hasta mayo de 2021.
“El gobierno federal no lo vio, o no lo quiso ver”, afirma Mario López. “La Conagua afirmaba que el Monitor de Sequía no indicaba que el estado estuviera en problemas: sólo se encontraba anormalmente seco. Pero el tema es que Nuevo León venía arrastrando un problema de falta de agua desde hacía tiempo”.
Para el 3 de febrero de 2022, el gobierno de Nuevo León se vio obligado a emitir una declaratoria estatal por emergencia de sequía, ya que la presa Cerro Prieto estaba al 9.8 por ciento de su capacidad total debido a la ausencia de lluvias. Pero como el Monitor continuaba marcando que la entidad sólo se encontraba anormalmente seca, la Conagua no intervino. Se esperaba que las próximas lluvias solucionaran la situación.
Sin embargo, al 15 de mayo, el 81.3 por ciento del territorio nacional ya enfrentaba algún grado de escasez de agua, con 56.8 por ciento afectado por una sequía de moderada a excepcional. Aunado a esto, cinco estados del país (Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Coahuila y Sonora) reportaban entonces el cien por ciento de sus municipios con sequía.
En el caso de Nuevo León, 47 de sus municipios (el 92.2 por ciento) enfrentaban algún grado de escasez, con 17.4 por ciento de su territorio afectado por una sequía extrema. Pero también estados como Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas reportaban entre el 1.2 y el 76.4 por ciento de su territorio asolado por una sequía severa.
A pesar de los altos niveles de sequía (clasificada de severa a excepcional) en varias entidades desde mayo pasado, la Conagua siguió sin emitir la alerta por emergencia de sequía en el país. “Existen obligaciones que la autoridad debe cumplir en un tiempo específico, pero este año no lo hicieron”, afirma Anaid Velasco. “Se trata de una omisión administrativa importante. Pero más allá de su publicación y del aspecto formal de ese documento, se evidencia también la falta de una política estructural que permita hacer frente a la sequía con un enfoque preventivo”.
En 2013, la administración de Enrique Peña Nieto ordenó la formulación del Programa Nacional Contra la Sequía (PRONACOSE) con el objetivo de atender este fenómeno. Es entonces que, durante 2014, el Monitor de Sequía se formalizó como una herramienta de alerta y prevención sobre las condiciones de sequía en cada región del país. Al tener carácter nacional, su actualización comenzó a realizarse de forma quincenal mediante mapas que indican el avance o retroceso de este fenómeno.
Sin embargo, fue hasta el 12 de julio que la Conagua emitió el acuerdo por emergencia de inicio de sequía en el país, casi dos meses después. “El acuerdo se debió publicar en los primeros tres meses del año. Pero se ha retrasado: en 2021 se emitió por agosto y este año hasta julio”, explica Mario López. “Si el pico de la sequía fue en mayo, ¿es oportuno o no publicarlo hasta julio? Es obvio que no. Si sabes que seguirá el fenómeno de “La Niña”, que no tienes la misma entrada de agua en las presas y que posees un instrumento que te permite tomar medidas precautorias y no lo haces, propiamente o no sabes interpretar la información, o eres negligente o eres omiso”.
Al 31 de julio, la proporción afectada ya había disminuido, pero aún hay sequía en México. Hasta ese día, 64.8 por ciento del territorio nacional enfrentaba algún grado de escasez, con 41.6 por ciento asolado por una sequía de moderada a excepcional. Estados como Puebla (en el centro del país) también han resentido sus efectos, pues 63 de sus municipios (el 29 por ciento) se encuentran afectados por sequía. Además, al 15 de agosto el embalse Manuel Ávila Camacho (conocido como ‘Presa Valsequillo’) reportaba apenas el 21.9 por ciento de su capacidad total: la cifra más baja registrada en por lo menos una década.
<Fotos Maps presa Valsequillo>
Para los especialistas entrevistados, la falta de programas de prevención y la desaparición del FONDEN en julio de 2021 son motivo de preocupación. “La justificación para eliminarlo, al igual que pasó con el Fondo de Cambio Climático, es que era un instrumento que favorecía la corrupción”, dice Raúl Rodríguez del Consejo Consultivo del Agua. “Pero entonces se debieron identificar los mecanismos que había de fortalecer en vez de quedarnos sin nada. Porque ahora pagamos las consecuencias”.
“Al inhabilitar el FONDEN es más difícil canalizar de forma oportuna los recursos para hacer frente a fenómenos naturales como huracanes, sequías o inundaciones”, explica Anaid Velasco del Centro Mexicano de Derecho Ambiental. “Con la falta de políticas públicas tanto de prevención como de atención, y con la sequía actual que atravesamos, espero que estos temas se pongan de nuevo en la mesa de discusión”.
Esto porque, con la permanencia de “La Niña” durante los siguientes meses, aunado al impacto del cambio climático, es imposible prever la frecuencia y duración de estos fenómenos. “Nada nos asegura que no vendrá después una sequía de más de tres años y no estamos preparados para una situación de ese nivel”, sostiene el consultor Mario López. “Quizá lo más preocupante es que los próximos dos años son electorales, lo que hará más complejo el panorama y la toma de decisiones. Pero el agua es un tema de seguridad nacional y su acceso no es obligación de sólo un sexenio”.
“Hoy me siento tranquilo porque justo en la mañana nos cayó un poco de agua”, reflexiona Javier. “Pero si me comparo con otros a mi alrededor, me doy cuenta de que la situación no está bien. Por fin, ahora que lo he vivido, entiendo que si uno tiene agua, esto no significa que los demás también tienen acceso a ella”.
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3 comentarios en la nota: ¿Hay sequía en México? Sí, y es la peor desde 2011
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