Que alguien me explique por qué si la cabeza sabe a dónde ir, los pies se tropiezan; ¿cómo se enseña lo que no se sabe?; ¿cómo se empodera a la mujer si se quitan los beneficios que le permiten desarrollarse laboralmente?; ¿cómo los que se oponen llegan a un acuerdo unánime?; ¿cómo se condena sin carpeta de investigación?; ¿cómo se puede sugerir que se sancionen a las calificadoras si sus opiniones no son conducentes?; y más aun, ¿por qué todo el tiempo nos la pasamos hablando de corrupción denigrando ante el mundo a nuestro pueblo y a nuestras instituciones?
Ya basta también con el tema de que los mexicanos que trabajan en la Administración Pública son corruptos e ineficientes, yo creo que ya es momento de cambiar el discurso y empezar a enaltecer los valores que tenemos los mexicanos y el valor que también tienen las instituciones como pilares del desarrollo nacional.
El presidente López Obrador y el Consejo Coordinador Empresarial se pusieron de acuerdo en que el gran flagelo de la sociedad es la corrupción, y como dirían los médicos que tratan a las personas adictas, el primer paso es reconocer la enfermedad (lo cual ya se hizo, tanto que se dio el cambio).
Ahora que ya estamos diagnosticados y que ya sabemos cuál es el problema, me pregunto cómo lo vamos a solucionar, cuál es el paso siguiente; de algo sí estoy seguro: no es con despidos masivos ni buscando chivos expiatorios que sirvan de ejemplo, sino a través de la capacitación continua, estableciendo lineamientos que permitan el correcto desarrollo de las personas que trabajan en el sector público, ya que es muy común escuchar a los contralores cuando plantean sus metas en buscar una cifra mayor de denuncias de la ciudadanía para justificar su trabajo, en vez de visualizar que lo más efectivo para disminuirlas, es combatir con la preparación en las personas servidoras públicas de forma continua.
No es válido que se siga denostando a las personas servidoras públicas. Sabemos que existen malos elementos, pero la realidad es que la gran mayoría son personas decentes dispuestas a trabajar de forma honesta, por y para los mexicanos, enalteciendo el trabajo institucional. Debemos de ser francos, los cambios se están dando e implementando, de forma continua y relevante, cada día nos podemos encontrar a servidores públicos dispuestos a ayudarnos, ya debemos dejar a un lado esa percepción que tenemos sobre ellos, y debemos de levantar la voz si hemos sido víctimas, pero dejar de propagar por referencia lo que otros dicen y no nos consta.
El servicio público no es el refugio de gente sin otra opción de trabajo, es realmente una vocación y por eso se debe de resaltar el trabajo que realizan.
Por desgracia eso no lo ven los políticos ni los ciudadanos, a tal grado llega la ceguera que existen propuestas para eliminar las certificaciones de competencia laboral en el Estado de México, so pretexto de que los municipios no cuentan con las personas idóneas que cubran el perfil necesario para desarrollar la actividad encomendada, opino que la propuesta debe ser el replicar lo que a nivel federal existe y que no solo es una certificación, sino todo un marco jurídico denominado “Ley del Servicio Profesional de la Administración Pública Federal”, la cual se debe reformar para convertirse en una ley general que propicie la profesionalización de todos los servidores públicos a nivel nacional.
Es ahora en plena cuarta transformación cuando debemos de validar lo logrado y aplicar medidas que propicien que sigamos avanzando para que se den los resultados deseados, es momento de hablar de forma correcta y clara del país que somos y las grandes cosas que hacemos.
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Javier Agustín Contreras Rosales, Colaborador de Integridad Ciudadana A.C., Contador Público, con Maestría en Administración Pública (CUDEC). Miembro Fundador de la Asociación
de Propietarios de Inmuebles, Comerciantes y Empresarios Unidos por Tlalnepantla. Miembro
de Parlamento Ciudadano capítulo Estado de México.
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